Juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan [volumen 2]

268 – juventudes en Chile: miradas de jóvenes que investigan. volumen 2 fundamental al momento de construir estrategias y es constitutivo de un saber pedagógico. Todo profesor/a, en su ejercicio profesional, va acumulando expe- riencias y conocimientos. En su quehacer cotidiano, recurre a algunas acciones reiteradas: en las formas de realizar una clase, lo que valora de sus estudiantes, la construcción de sus herramientas de evaluación y otras que van caracterizando su práctica. Dicha particularidad conjuga una serie de factores, tanto las propias creencias de los profesores como algunas características de los y las estudiantes —sus modos de aprendizaje, factores sociales— y de la institución escolar. Por esta razón, registrar la práctica y reflexionar sobre ella nos permite objetivarla, analizarla y compartirla con otros/as. Eso posibilita producir saber pedagógico. Desde ahí formulo el siguiente ensayo, en que, a partir de una experiencia pedagógica, pretendo proponer el fomento a la participación juvenil en los pro- cesos de enseñanza y aprendizaje como alternativa al absentismo escolar. 1. Contextualización de la problemática Diversos estudios han analizado la precaria situación del sistema educativo en el contexto neoliberal. La desigualdad social en el acceso a diferentes calidades de educación, el aumento de los colegios particulares subvencionados y la estan- darización de los procesos educativos son algunas de las características que más se han analizado. En cambio, las tasas de deserción escolar en las instituciones municipales pertenecientes a los quintiles más bajos y la constante ausencia de los estudiantes en las salas de clases son estudiadas solo como consecuencias y no como una problemática en sí misma. Durante el año 2016 realicé mi práctica profesional como estudiante de Pedagogía en un liceo municipal en la comuna de Recoleta. En promedio, los cursos tienen de veinte a treinta estudiantes matriculados, de los cuales no más de quince o veinte —en los cursos más numerosos— están presentes en las aulas cada día. En algún momento durante el desarrollo de esta experiencia, realicé clases con un primero medio con ocho estudiantes asistentes, en un curso donde los jóvenes matriculados eran diecinueve. En dichas instancias, es común la ro- tación de estudiantes que asisten y se ausentan, no son siempre los mismos que faltan a clases, y además, al estar las matrículas abiertas todo el año en el liceo, ingresan y se retiran estudiantes durante el periodo escolar. Junto con ello, un grupo importante de los que están presentes, con sus cuerpos en el aula, tienen sus mentes ausentes, o, como señala Serra (2016), “están ahí sin estar”. En general, cuando se habla de absentismo se hace referencia a una inasis-

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