Traumatología de la rodilla

T raumatología de la rodilla Es recomendable que durante las 6 primeras semanas post reconstrucción no se apliquen tensiones cíclicas sobre el 15% de la máxima que va a ser capaz de soportar el injerto, osea, no superar los 400 N de tensión. Tensiones cíclicas superiores a este valor favorecen las microrroturas fbrilares del injerto y desplazan su curva tensión deformación hacia la derecha, favoreciendo la hipermovilidad anterior de la tibia 2 . Al tercer mes el injerto ST-G y HTH soportan alrededor del 50% de su máxima capacidad de generar tensión, y por ende, recién al paciente se pueden incorporar actividades como fortalecimiento de cuádriceps en rango completo y trote. Al quinto, mes ambos injertos son capaces de soportar alrededor del 80% de su máxima resistencia tensil, lo que es muy similar a la resistencia tensil del ligamento cruzado original. Si clínicamente el paciente está apto, se pueden reiniciar las actividades deportivas más exigentes en forma progresiva. Consideraciones a nivel del Sistema Nervioso Central La rotura del LCA genera disfunciones tanto en la estabilidad estática y dinámica como también en la percepción subjetiva de control de la rodilla, que se mantiene después de la reconstrucción quirúrgica del ligamento y después de varios meses de rehabilitación. Estos défcits funcionales no sólo se deben a alteraciones que ocurren en la articulación de la rodilla, sino que a cambios y adaptaciones a nivel del sistema nervioso central (SNC). La persistencia de estas adaptaciones en el tiempo se encuentra directamente relacionados con pobres resultados clínicos a largo plazo 7 . Las alteraciones a nivel del SNC involucran disfunciones somatosensoriales, cambios neuroplásticos a nivel cortical y cambios en la excitabilidad motora. La rotura del LCA desencadena pérdida de mecano-receptores, descarga de nociceptores mantenida en el tiempo y la producción de una cascada infamatoria, alterando la descarga aferente hacia la corteza somatosensorial primaria 8 . Dentro de las adaptaciones que ocurren a nivel del SNC, destaca una mayor activación de la corteza somatosensorial secundaria debido a la descarga aferente continua de nociceptores desde la periferia. A ello se suma una mayor activación de la corteza premotora, área asociada a la planifcación, dada por el exceso de atención del paciente en torno a su patología. Estas disfunciones a nivel periférico sumado a las adaptaciones a nivel del SNC, generan una menor activación de la corteza motora y por ende disminución de la respuesta eferente desde el SNC por vía corticoespinal 7 . Clínicamente estas adaptaciones se manifestan con irritabilidad (dolor excesivo frente al movimiento, tacto etc), inhibición muscular artrogénica (principalmente del cuádriceps), coactivación compensatoria de otros grupos musculares como aductores y tensor de la fascia lata lo que determina un aumento en el stress intraarticular, rigidez articular e infamación. Las principales alteraciones cinemáticas que se mantienen post reconstrucción del LCA, corresponden a actividades funcionales como la semisentadilla y caída post salto, donde destaca una mayor rotación interna de cadera, inclinación pélvica e inclinación de tronco, asociado a un aumento del valgo de rodilla y menor control excéntrico de glúteo y cuádriceps que disminuye el tiempo de amortiguación. Estos factores generan tensión repetitiva del LCA aumentando el stress intraarticular y riesgo de osteoartritis y re-rotura 10 . 332

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=