Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación

56 – Opinión pública contemporánea que el diseño de la encuesta no se relaciona directamente con el sistema de elección indirecta utilizado en ese país. En otras palabras, se trataba de encuestas que sim- plemente describieron un problema social totalmente distinto a la pregunta sobre quién va a ganar las elecciones. Sin embargo, sustentaron carreras presidenciales, debates, discusiones en la televisión, medios electrónicos y en papel. Los medios masivos, incluso en Chile, coronaron este festival de irrealidad mostrándose sor- prendidos por el triunfo de Trump. Desde los inicios del saber tecnificado acerca de la comunicación masiva, se ha instalado la idea de que los medios dan forma a la realidad social. Lippmann (1922/1965) tempranamente sostenía que quien controle la creación y uso de sím- bolos dominará la notoriedad en el espacio público. Esta idea fue confirmada y pro- movida hasta nuestros días por diversos autores en el área. La investigación en el campo de la agenda setting y especialmente el framing (Cfr. Entman, 2011; Benford & Snow, 2000; Semetko & Valkenburg, 2000) demuestra que efectivamente los medios masivos producen, encuadran, definen e influyen en la construcción de rea- lidades. Ahora bien, lo que llamamos comúnmente audiencia (nada más que una es- trategia de personificación), parece no ser tan pasiva. La disidencia ante estas formas de observar y comunicar la realidad, dan pie a una disputa activa por los significados, en donde el espacio público se transforma en un lugar de lucha de los distintos inte- reses e identidades en lucha por el reconocimiento y la redistribución de los bienes sociales. Los medios de comunicación masivos, hegemónicos y altamente concentrados en Chile y el resto de la región (Mayorga, del Valle y Nitrihual, 2010), intencionados por sus líneas editoriales, seleccionan y construyen una realidad en los medios de acuerdo a los intereses de su sector. Esta estrategia de apropiación de la realidad, es puesta en cuestión por colectivos auto-organizados, y resistida a través de diver- sas estrategias comunicacionales y expresivas que algunos autores enmarcan den- tro de las prácticas “subalternas” de comunicación alternativa (Rodríguez, Peña y Sáez, 2014), parafraseando los célebres estudios subalternos desarrollados en clave postcolonial, especialmente en India (Cfr. Chakrabarty, 2000). En este sentido, las prácticas de los medios alternativos estudiados, construyen una narrativa alternativa y casi siempre opuesta a la narrativa de los medios de las élites. Luego veremos que la misma expresión “subalterno” queda tensionada por las prácticas que más bien podemos observar como juegos complejos entre los subalterno y lo subversivo, pre- cisamente como posiciones en la disputa por el espacio público. A pesar de que la estructura social y mediática posee clivajes que se han mante- nido bastante sólidos, la hegemonía de estos grupos de poder no es total, ya que se puede afirmar que las identidades populares, las organizaciones sociales y comunita- rias activan su memoria y despliegan un poder potencial, del cual no existía mucha

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