¿Quién dijo que no se puede? Escuelas efectivas en sectores de pobreza

PRIMERA PARTE 19 CALIDAD, EQUIDAD DE LA EDUCACIÓN Y ESCUELAS EFECTIVAS capital humano son gravitantes para el crecimiento económico y competitividad internacional, y para el desarrollo e integración social. En la actualidad, el desafío clave es la calidad de los aprendizajes y la equidad de su distribución. Responder a éste no es fácil, como lo saben las autoridades y expertos educacionales en el país después de más de una década de reforma. No mediando acciones específicas en sentido contrario, el correlato esperable de la masificación de la educación es una reducción en la calidad de sus resultados. La incorporación de niños y adolescentes provenientes de familias con bajo capital educacional presiona hacia una baja en los resultados de aprendizaje en las escuelas que los acogen. Concomitante a la masificación de la educación, tiene lugar una mayor dispersión en la calidad de la enseñanza, dispersión que se vincula estrechamente con el entorno sociocultural de las familias, agudizando la segmentación social en la educación. En los estratos bajos, los hijos de padres con pocos años de estudio asisten a escuelas que se encuentran en condiciones materiales más deterioradas; los maestros o docentes de estos establecimientos cuentan con menos recursos personales de actualización y pocos lazos con las oportunidades que ofrece el mundo globalizado; los alumnos muestran, en mayor proporción que en otras escuelas, déficit de desarrollo temprano y sus familias (hogares) no se constituyen en un soporte significativo para el proceso de aprendizaje que ocurre en la escuela. En estas circunstancias, las desigualdades educativas que anteriormente se expresaban en dificultades de acceso por nivel socioeconómico, se trasladan al plano de la calidad de la educación. Los alumnos de entornos familiares precarios asisten a una educación de menor calidad y aprenden menos; son, como señalaba Pierre Bourdieu (1999), los excluidos del interior. Superar esta nueva forma de exclusión, trasladada ahora al interior de las aulas, es el desafío de Chile contemporáneo. Como se muestra en la tabla siguiente, según el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) 2002 de 4 ° básico (10 años de edad promedio), uno de cada cinco alumnos en lenguaje, y uno de cada tres en matemáticas, no había alcanzado el nivel mínimo de aprendizajes esperado para su grado. En el estudio internacional PISA, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD), una proporción similar de alumnos de 15 años de edad –uno de cada cinco– demostró no poseer las habilidades básicas de lectura. Si a ellos se agregan los que sólo demuestran un desempeño básico, es posible afirmar que aproximadamente la mitad de los estudiantes chilenos está logrando aprendizajes mínimos en sus escuelas. Como sabemos, ellos pertenecen mayoritariamente a familias de menor nivel económico y educativo. FUENTE: MINEDUC SIMCE 2002; OECD 2003. Tabla 2 Porcentaje de estudiantes chilenos en cada nivel de desempeño en Lenguaje y Matemáticas, SIMCE 2002 y PISA 2001. SIMCE 4º Básico 2002 PISA 2001, OECD Lenguaje Matemáticas Lectura a los 15 años Inferior o insuficiente 19 35 Bajo Nivel 1 20 Básico 30 29 Nivel 1 28 Intermedio 23 24 Nivel 2 30 Alto 28 12 Nivel 3 17 Nivel 4 5 Nivel 5 1

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