Mejoramiento escolar en acción

116 rendimiento en pruebas estandarizadas, que condicionan los recursos y apoyos al cumplimiento de estos estándares (en los países anglosajones esto se conoce como high-stakes testing ) y piden a las escuelas rendir cuenta de estos logros ( accountability ). Esto fomenta la acción focalizada en el rendimiento escolar, y la generación de altos niveles de estrés en docentes y directivos (Cornejo, 2007; Díaz, Pérez, Castro, Ajagán y Quevedo, 2011). Por otra parte, están las prácticas culturales que tienden a la segregación y a la exclusión educativa. Como sociedad consideramos “normal” que las escuelas seleccionen a sus estudiantes, los separen según rendimiento y comportamiento (en escuelas distintas, en cursos distintos) y que expulsen o “trasladen” a otro establecimiento a los estudiantes que no cumplen las expectativas (López, Carrasco, Morales, Ayala, López y Karmy, en revisión). Ambos elementos –políticas y prácticas– ponen en riesgo las posibilidades de brindar una educación de calidad con equidad para todos los estudiantes. La buena convivencia no “ocurrirá por sí sola”, espontáneamente, sino que debe gestionarse activa y democráticamente (Mena, Becerra y Castro, 2011). Hay evidencia que incluir a los estudiantes en las acciones de prevención de la violencia escolar no solo disminuye los niveles de agresión sino que mejora el clima de escuela (Benbenishty y Astor, 2005). Dos elementos de la gestión democrática de la convivencia, relevantes para comprender las experiencias que presentamos aquí, son la autonomía y el liderazgo. En el contexto escolar, la autonomía refiere a sentirse agente del propio quehacer y no receptor de mandatos educativos externos. Dado que el quehacer de la escuela está regido por políticas educativas y la administración de sostenedores, los directivos y profesores tienen una autonomía relativamente restringida (Johnson, 2010). Dependiendo de los niveles de legitimación interna y de los procesos de influencia de las autoridades, los grados de autonomía varían entre escuelas, lo cual es importante para la efectividad de la gestión directiva. El liderazgo, por otra parte, ha sido evidenciado desde hace décadas como uno de los elementos más decisivos para el cambio y mejora educativa Aprender de la experiencia: indagando juntos buenas prácticas en convivencia escolar

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