Cambio climático y desastres naturales : acciones claves para enfrentar las catástrofes en Chile

206 El “salto necesario” en los sistemas de prevención y gestión de desastres. son generalmente de alta rentabilidad, comunican prestigio a las firmas y denotan una pertenencia territorial que es significativa. La afirmación aquí es que debe haber “un asiento” en la orga- nización de la prevención y respuesta a desastres reservado a los privados, individual o sectorialmente organizados, y sobre todo asumiendo compromisos desde las grandes empresas hacia la me- diana y pequeña producción en cada rubro. El campo de acción colaborativa privada debe incorporar los desafíos para hacer acabados diagnósticos, la mejora sistemática de la información básica, los protocolos preventivos, la educa- ción sobre desastres en el sistema educacional y a la población organizada, el diseño y la pre-inversión de alternativas que re- medien o mitiguen los efectos previsibles de los fenómenos ca- tastróficos. Debemos ampliar la constitución de equipos profe- sionales mixtos (públicos y privados) que trabajen en distintos escenarios de crisis y sobre todo en los programas reconstructi- vos. Esta experiencia fue muy notable en la reconstrucción de Santa Olga. Sólo era cooperación confiable, efectiva y precisa, explica que se levante hoy día una localidad que es ejemplo de urbanización con servicios completos y de alto estándar. 7.ElSNPCy lapoblaciónorganizada: losdesafíosciudadanos. En el mundo moderno la participación y la gestión ciudadana y de sus organizaciones no es sólo deseable, es imprescindible. Las razones son muchas. La población, aún en las más severas crisis debe ser entendida como un recurso activo y no sólo como dam- nificados y “receptáculos de la ayuda”. Las poblaciones afectadas suelen tener una memoria histórica de sus territorios, de episodios similares en el pasado que se trasmitieron oralmente. También ellos conocen los riesgos y las amenazas porque han vivido con ellas a lo largo de su azarosa vida. No hay región de Chile que no tenga en su memoria colectiva alguna o varias catástrofes, con las que ellos o sus antepasados recientes, hubieron de convivir. Sin ir más lejos, la experiencia de la reconstrucción de Santa Olga no habría sido posible, en su forma y fondo, con todas sus señala- das y reconocidas bondades y logros, sin los beneficiarios organiza- dos, sin su Junta de Vecinos, sin las familias que vivían en zonas de riesgo inminente o en la faja fiscal establecida y que se organizaron. La gente sabe que si se organiza lucha con mayores probabilidades de éxito. No es la mera protesta y la reivindicación inmediata, es la aportación responsable, critica por cierto de gente que sabe que finalmente son ellos los que tendrán los beneficios o los costos en el largo plazo. Ellos saben, con sus matices y desesperaciones, que con cada catástrofe se abre una oportunidad en sus vidas, y esta- rán dispuestos a jugárselas. Esto es tan así que tal como catástrofes tan graves como los terremotos de 1960, implicó tantos graves y permanentes efectos sobre Valdivia, potenció significativamente a Puerto Montt, transformada ahora en la metrópolis más significa- tiva del Chile Sur Austral. Son muchas las razones por las que la población organizada debe ser considerada eficiente y eficazmente en el SNPC. Ha- blamos de la población organizada más que de familias indi- viduales porque es necesario apreciar en toda su dimensión el valor de lo “colectivo”, lo que por otra parte permite al ámbito público del SNPC contar con contrapartes responsables, asu- mir corresponsabilidades y construir una dinámica de conjunto y asociativa con la gente. Son numerosos los ejemplos de or- ganización eficientes y responsables de las comunidades que se constituyen en actores reales y positivos frentes a una catástrofe y que favorecen la organización de todo “el sistema social del desastre”. Por lo contrario, cuando ello no ocurre o lo hace con

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