Cambio climático y desastres naturales : acciones claves para enfrentar las catástrofes en Chile

157 sustancias peligrosas y combustibles, son todas cuestiones donde la fiscalización esta abiertamente en deuda. Las normativas ambientales, territoriales y sectoriales deben ser reforzadas de modo urgente. Tiene especial relevancia todo aque- llo que se vincula a los instrumentos de ordenamiento territorial, como será tratado específicamente en capítulo posterior. Dejemos establecido desde ya la extraordinaria insuficiencia de estos instru- mentos, puesto que la propia Política Nacional de Ordenamiento Territorial (PNOT), que fue consensuada y aprobada por todos los ministros el 02.03.2018 se encuentra aún sin toma de razón. Asimismo, no hay avances en las metodologías y reglamentaciones sobre los Planes Regionales de Ordenamiento Territorial (PROT). Es particularmente grave que no se sancionen estos instrumentos y que existan muy débiles entidades fiscalizadoras al efecto. Más allá de que estos instrumentos de corte más general y progra- máticos, los avances en la definición de zonas de riesgo, amenazas advertidas y registro de desastres anteriores sonmuy insuficientes. Por lo tanto, resolver adecuadamente esas materias es de total urgencia, a riesgo que se vuelvan a repetir desastres anteriores. Es alarmante que exista esta ausencia de mínima memoria histórica sobre reconocidas zonas de riesgo y que muchos territorios reproduzcan desastres cada cierto tiempo que se podrían haber previsto con relativa facilidad. Es necesario reiterar estas urgencias, las que deben ir acompañadas de eficaces capacidades fiscalizadoras de las entidades correspon- dientes en sus respectivos ámbitos de competencia. Adicionalmen- te los Municipios, ya sea individualmente, o de modo asociativo entre ellos, deben ser coparticipes de ese esfuerzo normativo y fis- calizador. El asociativísmo municipal rural es una sana práctica institucional que debe ser reforzada en los territorios. En lo referido a los equipamientos deben mejorarse ámbitos de acción en varios aspectos. Parece vital insistir en la idea de aviones de tamaño medio, con buenas capacidades y que permitan su uso continuo en los siniestros con disponibilidad cercano de fuentes de agua. Estos aparatos, sin la grandilocuencia de los grandes aviones que concitan la atención mediática, tienen la virtud de poder dis- tribuirse bien en los territorios y desplazarse con razonables posibi- lidades en varias localidades. Su accionar es más complementario con la operación estratégica de las brigadas terrestres contra el fue- go. Si además se mejoran los sistemas de información en línea, ten- dríamos equipamientos eficaces para un enfrentamiento moderno en el combate a los incendios forestales. Con buena y actualizada información meteorológica se hace posible adicionalmente tener “centros operativos en terreno”, que permitan ir seleccionando los frentes de ataque a los siniestros, adecuando los equipamientos, programando los vuelos óptimos y ajustando la labor de las briga- das las terrestres en su operación óptima. Ello lleva a nuevos esquemas organizativos en el combate a los In- cendios, generando “comandos in situ”, programando la opera- ción de todas las fuerzas operativas y una cooperación eficaz con el trabajo de Bomberos, las brigadas forestales del Ejército y los equipamientos y las fuerzas operativas de las empresas privadas de mayor desarrollo. Después de la catástrofe de 2017, en las tempo- radas siguientes, se observan avances en esta dirección estratégica, aún insuficientes, sin embargo.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=