La tormenta de fuego y la Nueva Santa Olga

51 los informantes claves lo recuerda con que “siempre puede ser peor”, que lo imaginable ya durísimo era superado en la prác- tica cotidiana del nuevo día, que las noches eran tan breves, y que no se alcanzaba a “sosegar el incendió”, que ¿cómo ven- drá la dirección del viento ahora?, que ¿con qué medios aéreos contaremos?, que ¿si será aún más grave en otra región u otra zona cercana?, que ¿si se “juntarán los incendios”?, que la gen- te está extenuada, relatos interminables llenos de angustia, de desesperanza y de lucha. Prácticamente todos concuerdan que vieron la esperanza, cuando se comenzó a apreciar la “luz al final del túnel”, y fue cuando las buenas noticias vinieron del Norte, que señalaban que en la costa de la región de O’Higgins el fuego había sido controlado. Eso también se fue “viendo” en la medida que llegaban más medios a la respectiva zona, por- qué venían de algún lugar donde no eran tan imprescindibles, pero todo duró a lo menos una semana más. Incertidumbres, temores y esperanzas entremezcladas vertiginosamente. Nadie deja de considerar lo de Santa Olga como lo más trági- co de la catástrofe, de los fallecidos, si bien pocos dada la mag- nitud del Megaincendio, pero muy lamentables. Ese “camino imposible” entre la Ruta 5 y Constitución, con fuegos por am- bos costados, con muchas zonas donde nada se veía, con esas noches alumbradas de fuego, de dolor, de cansancio infinito y de informaciones inciertas. Todos hablan de los Bomberos, la institución más potente del voluntariado chileno, y que tienen una experticia y un arrojo envidiable. En la zona cercana al gran Concepción el fantasma del me- gaincendio de Valparaíso amenaza a lo menos cinco días con sus noches. El Intendente Díaz, el Ministro Undurraga y el Contralmirante Núñez es un trio de esperanzados, pero su in- formación está cargada de incertidumbre. Desde el nivel cen- tral se les observa en el contacto de la mañana y en el de la tarde, urgen por más medios aéreos. Cada comando regional siente que se disputa medios y apoyos que son insuficientes. Pero se ve coherencia, no se pierde la calma directiva y vamos de nuevo, patrullas cercanas a los caminos de propagación ha- cia la ciudad, bomberos, brigadas y lucha despiadada al fuego. Ese fuego que ya cobró víctimas, que es impredecible, todos esperamos el informe meteorológico siguiente, muchas veces no se sabe a qué apelar para reforzar el optimismo. Ya no son 300.000 y de repente CONAF y ONEMI empiezan a hablar que pasamos del medio millón de hectáreas y creciendo en ex- tensión y en intensidad. Día a día y noche a noche, todos estamos más cansados, pero todos sabemos “un poco más” de los medios, las patrullas, la simulación, nos vamos empoderando frente a la Tormenta de Fuego. Que las víctimas no vayan subiendo es siempre una buena noticia, que la gente acepte y hasta anhele la evacua- ción, que éstas adquieran un sentido preventivo o que sean exigencias inevitables, ese es el combate. Los refuerzos extran- jeros traen otra experticia y muchas veces reemplazan algunas horas a los combatientes locales. Permanentemente, los líderes de patrullas extranjeras reconocen el modo de trabajo chileno, lo que fortalece los espíritus y realimenta fuerzas.

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