Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

56 La fiesta y el rito. Los ritos vinculados a experiencias religiosas re- unían a los grupos humanos en torno a un lugar que, simbolizando un espacio sagrado y un tiempo cósmico y mítico distinto del espacio y tiempo pro- fanos, ponía en escena a unos oficiantes que lle- vaban un vestuario especialmente diseñado y dis- ponían de unos objetos simbólicos para propiciar la revinculación de la comunidad con ese tiempo y espacio primigenios. (Pavis, 1998, citado en Henrí- quez, 2008, p. 71). El teatro, desde su origen como tal en Grecia, se vinculó a la fiesta y al rito. La fiesta como generadora del encuentro, la comunión entre un colectivo de personas en torno a algo o alguien que es celebrado. El rito, por su parte, perpetúa la fiesta, la vuelve sacra, dándole su carácter periódico, generando nuevamente el encuentro. De acuerdo a palabras de Giuseppina Grammatico (en Latorre Vásquez, 2016), la fiesta “es el tiempo de identidad con el Ser colecti- vo y en donde el Yo verdadero, relegado por la rutina, puede reapa- recer.” (p. 36). El Yo verdadero se permite aparecer, y en comunión con los demás, construir una identidad colectiva en torno al mito celebrado, que permanece en el tiempo, para volverlo sagrado. El carácter ritual, por sobre lo ordinario, lo anodino, hace de la cele- bración, un recorte del tiempo en el cual una colectividad enraíza y eterniza su historia y su identidad más primigenia, que se deve- la para dar a conocer el mito, ese “acontecimiento que se cumple fuera del tiempo y fuera del espacio (…) la fiesta recuerda al mito

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