Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

57 y lo instaura como si siempre fuese su primera vez. El mito vive de fe.” (Pavese, en Latorre Vasquez, 2016, pp. 37-38). Entonces, si el acto teatral, la puesta en acción tiene su origen en la ritualización de una fiesta o ceremonia, sería sesgado negar la existencia de te- atralidad precolombina aun cuando sus participantes no lo hu- biesen denominado como tal, debido a que civilizaciones como la mayense y la incaica entre otras, mostraban mucho respeto por sus ceremonias rituales, convirtiéndolas en un acontecimiento de espe- cial importancia, en una verdadera representación del pueblo para el pueblo, emergiendo y solidificándose con ellas la identidad y el alma de cada civilización. En su mayoría, las ceremonias rituales conmemoraban hechos históricos y celebraban a sus dioses, o a la naturaleza –dependiendo del caso- para agradecer o pedir su favor en determinadas áreas (agricultura, guerra, clima, etc.). Los mayas, al ser una civilización politeísta, contaban con un gen- eroso calendario de celebraciones y cultos a sus deidades, entre las que contamos al Sol ( Ah Kin ), la Luna ( Ixchel ), y otras divinidades animales e incluso plantas, como el maíz, que consideraban sagra- da. Los dioses, de acuerdo al relato fundamental maya Popol Vuh , tomaron el maíz para crear al hombre, que sobrevivió “porque tu- vieron las facultades de sostener y venerar a los dioses, agradecer- les su creación y mostrarse dispuestos a servirlos en todo lo que el- los quisieran.” (Ruz Lhuillier, 1981, p. 61). De lo anterior, se desprende parte de la cosmovisión maya, basada en la religión y la veneración de sus deidades; esto se manifestaba a nivel individual y también colectivo, a través de las ceremonias rituales que les ofrecían, los que incluían música, baile, y también sacrificios animales y humanos. Existía en estas celebraciones, una puesta en escena: no era aza- roso el lugar donde se realizaba, éste se preparaba y ornamentaba

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