Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

29 Estos desplazamientos conforman escenarios dinámicos de nego- ciación en los que emergen visiones, eminentemente alternativas u opuestas a los paradigmas hegemónicos, constituyendo espacios de apropiación y relevo de los modelos de pensamiento ya valida- dos. Dicha escena favorece el campo en disputa, y, por ende, activa los empeños de la crítica en tanto acción movilizadora del conoci- miento. La idea de América. De la imagen o los imaginarios en tensión Hagamos cuenta que existe una diferencia considerable entre la existencia material de algo y el marco de representación con el cual lo pensamos o percibimos. Más allá del arduo debate entre nomi- nalistas y realistas, la realidad objetiva es sometida a innumerables conceptualizaciones 4 . América es un continente habitado antes del siglo XVI, y en consecuencia las distintas representaciones de la vida, expresadas en diversas cosmogonías y sistemas de pen- samiento, antecede al ingreso de la episteme europea. Si el teatro, como decíamos más arriba, existe antes del teatro , el territorio y los habitantes que protagonizaban esas historias también. Antes del nombre, la existencia material de innumerables pueblos desacre- dita el carácter fundacional (adánico) de la empresa de expansión europea. Como veremos luego, la estrategia de borramiento que 4 Al respecto, resulta muy pertinente la aclaración que hace Raymond Williams (2003) sobre el sentido ideológico de la expresión “realismo” ( Realism ): “ La antigua doctrina del realismo era una afirmación de la existencia absoluta y objetiva de universales, en el sentido platónico. Estas Formas o Ideas universales existían independientemente de los objetos en los que se las percibía, o existían en ellos como propiedades constituyentes. La rojez, para los nominalistas, era meramente el nombre (confuso) que se daba a una serie de cosas rojas; para los conceptualistas era una idea mental generalizadora; para los realista era una Forma absoluta y objetiva independiente de los objetos rojos o que los constituía esencialmente. Es muy llamativo y desconcertante constatar que esta doctrina realista es lo que hoy llamaríamos un IDEALISMO extremo”, (p. 273)

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=