Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

115 El territorio Latinoamericano ya era barroco antes que llegaran los colonizadores, era barroco en su naturaleza indómita. Como no podía ser descrita por los colonizadores, tuvieron que recurrir a su lenguaje barroco para describir paisajes barrocos, es decir, se gen- eró un barroco a su enésima potencia. Y el sujeto subalterno se hizo consciente de esta realidad, creando lucidez sobre la diferencia que existía entre los colonizadores, quienes se plantaron como superi- ores, frente a ellos. El teatro barroco latinoamericano La vida social en los virreinatos prácticamente era una copia de lo que ocurría en el lado peninsular, tenían casi la misma estructu- ra de jerarquías sociales en donde, por ejemplo, la corte virreinal era un calco versión miniatura de la corte europea. “El virrey solía ser un noble que venía desde España con su séquito de hombres de confianza. El cuadro se completaba en América con criollos y, oca- sionalmente, con indígenas y mestizos en cargos menores” (Carilla, 1995, p. 529 en DELAL ). A partir de la Modernidad, en el arte surgió un deseo por lo nuevo como oposición a lo antiguo, la idea de una creación única fue lo que nutrió a los artistas de la época moder- na. Octavio Paz afirma que “lo que distingue a la modernidad es la crítica: lo nuevo se opone a lo antiguo y esa oposición es la con- tinuidad de la tradición” (1981, p. 343). En ese momento en España lo que estaba ocurriendo era una explosión de la novedad a partir de lo desconocido, lo raro y extravagante, ya hasta el nivel de mero capricho estético, apareciendo en la moda de hombres y mujeres, y abarcando un espectro socioeconómico muy grande, lo que vuelve a hablar del carácter ciudadano masivo que tenía el Barroco. Si según Paz, en el arte clásico lo novedoso era una variación del mod-

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