Postales del estallido social chileno : entre la vivencia y la memoria

P R O L O G O El libro que tienen en sus manos o que visitan a través de la inter faz de un dispositivo electrónico, es un doble esfuerzo de memoria. Por un lado, la memoria que se expresa en la valentía de muchos fotógrafas y fotógrafos que desafiaron la violencia Estatal para registrar la protesta social a finales del año 2019. Por el otro, la tenacidad de un grupo de estudiantes universitarias y universitarios que, al alero de su proyecto Némesis y tan solo con las herramientas de la autogestión, construyeron este libro para elaborar un registro fotográfico que organiza miradas diversas sobre el estallido social que comenzó el 18 de octubre del año pasado. El acceso de la fotografía al espacio de la memoria gatilla dos momentos. Primero, la fotografía como un acto individual para consolidar una imagen y así crear un recuerdo. Luego, la recopilación de la fotografía en un archivo para que, socialmente, evitemos el olvido. Como dijimos arriba, el primer momento es un acto de valentía, es el coraje del testimonio cuando el riesgo está en las amenazas de represalias físicas. En el siguiente momento, la valentía está en el tesón de no quedar satisfecho con el registro inicial y reunir visiones para ponerlas a disposición de la sociedad. Aquí la violencia la encontramos en la indiferencia, en la falta de apoyo. En cualquier caso, ninguno de estos riesgos fue tan fuer te o efectivo como para impedir que ocurriera lo necesario, que este material llegará hoy hasta nosotras y nosotros. El acto de memoria se nos despliega en esta dualidad, recordar como la acción propositiva que a través de un dispositivo expande nuestros sentidos para conjurar un símbolo que nos permita volver, imaginariamente, al momento original cuando la fotografía fue tomada. En este sentido, la fotografía es el dispositivo que consolida el recuerdo. En la contracara nos encontramos con el reto de no-olvidar, aquí la acción es defender y preser var. El recuerdo no es garantía del no olvido, como tampoco hacer una lista compras es una garantía en contra de olvidar algo esencial. Aunque parezca extraño, ambos procesos, recordar y no-olvidar, aún cuando unidos no están siempre conectados. Las fotografías cambian de mano, se deterioran, se estropean y, eventualmente, se pierden y se olvidan. Así, de igual manera, las listas de compra se quedan en los bolsillos, no salen de ahí, se olvidan y, con ello, lo necesario nunca llega. Por ello el no-olvidar es un esfuerzo social distinto al de la memoria individual. Este es la lucha para que el tiempo encuentre más obstáculos en su conquista de los recuerdos, en su inevitable invitación al olvido. La única estrategia que hemos conocido, como sociedades, es pasar de mano en mano los recuerdos, de boca en boca las historia – y, de igual forma, para toda la serie de dispositivos que hemos inventado como seres humanos para materializar recuerdos -. De la misma manera esperamos que el fuego no se apague al pasarlo de vela en vela y así, sostenido por muchas manos, resista más tiempo la arremetida del viento. Esto es un archivo fotográfico, un dispositivo social para mover y llevar de persona en persona las fotografías. Las fotografías son el testimonio del recuerdo. El archivo es el orden, es lógica, es el sentido que le damos a las fotografías para que en su simbolismo combatan al olvido. Sin embargo, el acto social de no-olvidar se diferencia mucho del acto individual de recordar. En el espacio familiar el recuerdo está asociado a los momentos felices. Los archivadores, los guardianes del recuerdo, son padres y madres que buscan registrar los bellos momentos en la vida de sus hijas e hijos. Es cier to, este no ha sido siempre el rol de las fotografías como dispositivo. En sus inicios y antes de la masificación social de las cámaras fotográficas, los fotógrafos fueron invitados tanto a bautizos como funerales. En cualquiera de estos dos casos, el recuerdo en el espacio familiar ha estado organizado en torno al cariño por el que nace y cumple años o al cariño por el que nos deja y ya no podremos celebrar. PAG 10

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