Seminario Internacional : Profesión docente y educación continua en América Latina : aprendizajes y desafíos

138 SEMINARIO INTERNACIONAL PROFESIÓN DOCENTE Y EDUCACIÓN CONTINUA EN AMÉRICA LATINA: APRENDIZAJES Y DESAFÍOS No quisiera dejar la referencia a la dimensión humana de este encuentro para el final de mi intervención, sino que quiero ponerla al principio. Este Seminario ha sido posible precisamente gracias a esa dimensión. En primer lugar, quiero agradecer al profesor Carlos Eugenio Beca por su colaboración con la comisión académica de la organización de este seminario. Quiero expresar un reconocimiento especial al profesor Beca por su generosidad al compartir el espacio de planificación, de diseño y también de implementación de muchas de nuestras acciones. También quiero agradecer al equipo del Centro de Estudios Saberes Docentes, que ha jugado un rol significativo y relevante en la organización de este seminario. No voy a poder mencionar a todos, pero quiero representar al equipo en tres compañeras, Marcela Espinoza, María José Núñez y Melina Reyes, quienes lideraron grupos de trabajo que hicieron posible la realización del seminario. A través de ellas, quiero dar las gracias a todo el equipo de Saberes Docentes, por la realización de este evento. Quisiera ahora referirme a la dimensión política de la conversación en educación, que también indudablemente tiene que tener una dimensión técnica pero que, antes que nada, es una con- versación política. Si hacemos un recuento de quienes pasaron por este Seminario, podemos ver que participaron en él actores de las escuelas, líderes intermedios e investigadores nacionales y extranjeros. También se hicieron presente organismos como la Universidad de Chile, el Gobierno de Chile y UNESCO . Ahora bien, lo que esperaríamos es que en la definición de políticas públicas, esas vo - ces permanentemente se escuchen entre sí desde la perspectiva de una relación entre pares. Hemos hablado en estos días de los/as profesores/as como gestores/as y diseñadores/as de política pública. Asumir esto nos presenta un desafío de gran envergadura que implica confi - gurar una nueva escuela, una escuela distinta, una escuela no jerarquizada, no adultocéntrica, sino que rearticulada, incluso desde su arquitectura, en torno al reconocimiento de todos los actores que están dentro de ella como sujetos de derechos. Hacer esto podría parecer sencillo, pero es profundamente complejo. Cuando decimos, por ejemplo, que debemos superar el adultocentrismo, le estamos diciendo al adulto que deje de mirar al niño o a la niña como un menor de edad, como un sujeto que es incapaz de tomar sus propias decisiones. Eso no es sencillo y, probablemente, tiene que ver con el principal desafío que nos podríamos plantear a partir de este seminario ya que implica transformar significativa - mente nuestra práctica. Las presentaciones realizadas en este evento, de modo más o menos explícito, coincidieron en que en las dos últimas décadas ha habido una especial preocupación por la formación inicial y por la formación continua de profesores/as. Emergió como una constante el reconocimiento de la necesidad de articular esos dos momentos formativos para que aquellas preocupaciones, CONCLUSIONES Y PROYECCIONES (II) Pablo González Centro de Estudios Saberes Docentes, Universidad de Chile.

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