Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

De la salud como gestión y las posibilidades de lo cotidiano / César Castillo – 97 asistencial. Así, la constitución de las instituciones sanitarias en Chile fue el resul- tado del triunfo de los cuestionamientos de la intelligentsia médica, apoyada en la ciencia y el Estado, por sobre la institucionalidad privada de la caridad. En ambas vertientes, de la caridad como apropiación privada de la escoria del sistema al dere- cho universal a la salud reconocido en la legitimidad del Estado – el Estado como protección 3 –, se tratará de respuestas a la preocupación por la relación entre los efectos de la estructura social y el proceso político-económico sobre el cuerpo de explotación que lo sostiene. Es la relación capital-trabajo, en tanto re-apropiada por un discurso que puede tornarla salud en algunas de sus dimensiones. En cualquier caso, en ellas se implica el silencio de aquel que es reconocido en su derecho a la sa- lud, pues lo que configura el sostén de su malestar quedaría omitido o, por lo menos, puesto en las palabras del que da, es decir, en las palabras que la biomedicalización ofrece como respaldo a la acción del Estado. Sin embargo, la salud mental no es cualquier objeto y, por tanto, no ingresa como cualquier objeto a la Salud Pública. Las relaciones que ella propone obligan a repensar la clase de vínculos y sujetos que pone en juego. En Chile, sólo con el retorno a la democracia se puede decir que aparecen los primeros intentos articula- dos de formular políticas públicas de salud mental, mientras que antes, antes de la dictadura , sólo existieron pequeños programas universitarios y algunas experiencias piloto en hospitales que trataban de diferenciarse del paradigma clásico de la psi- quiatría asilar 4 . Es más, la existencia de esos tímidos intentos y su interrupción con la dictadura plantea otras preguntas: ¿por qué sólo en el contexto neoliberal es posible que el Estado se plantee la pregunta por la salud mental? ¿Y por qué en democracia y no en dictadura? Entonces, se hace necesario tener en mente esta vinculación: salud mental-neo- liberalismo-democracia . El neoliberalismo puede ser entendido como la articulación de un proceso político-económico y un componente discursivo 5 , el cual implica un énfasis en la libertad económica como condición de la libertad y el bienestar individual y social, suponiendo desdibujar la exención de la lógica económica que el liberalismo otorgaba a ciertas esferas sociales para incluirlas en el mercado, en- tendiéndolo como un espacio de encuentro de intereses particulares que se auto- 3 Illanes, En nombre del pueblo. 4 Gonzalo Miranda, “Políticas públicas y salud mental en el Chile de hoy”, Medicina Social 6, nº 3 (2011): 259-265. 5 Para autores como Harvey, el neoliberalismo debe ser discutido como un proyecto político que busca restaurar o crear concentrados de poder en élites económicas y asegurar sus condiciones de acu- mulación, mientras que el sistema teórico en el que se apoya sería un agregado que ha servido a la justificación de esos procesos (siendo abandonado cuando no funciona en esa dirección). Cf. David Harvey, Breve historia del neoliberalismo (Madrid: Akal, 2005).

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