Malestar y destinos del malestar: políticas de la desdicha vol. 1

20 – malestar y destinos del malestar Políticas de la desdicha tinto, a saber, la filosofía del psicoanálisis que Freud aquí construye, sin calcular, en mi opinión, la torsión que esta filosofía – tan invisible, incluso, a la crítica – impone. Torsión cuyo efecto resulta, de manera brillante, revelando por la exploración que, dos décadas más tardes, Wilfred R. Bion emprendió sobre los “grupos”, donde su evaluación negativa lo llevó a replantearse, con audacia, la teorización freudiana so- bre lo psicosocial. Ya que Bion, un digno kleiniano, aceptó sin reservas el concepto de pulsión de muerte: no le servía criticarlo, a diferencia de la “izquierda freudiana” que, reuniendo tanto al muy ortodoxo Fenichel como a los disidentes Reich, Gross y Fromm, tuvo como marca registrada rechazar dicho concepto, así como el conte- nido reaccionario de El malestar de la cultura. Muy por el contrario, Bion juzgó que las rectificaciones por él aportadas enriquecían el proyecto freudiano originario de la “psicología de las masas” 5 . Resulta tan complejo justificar en detalle la crítica que aquí formulo a la filosofía espontánea de Freud, que sólo podré indicar su intención. En tal sentido, me limita- ré a enumerar los puntos claves que he tomado en consideración para mi lectura de El malestar , a través de los cuales debería, en mi opinión, encaminarse una demos- tración más precisa. En primer lugar, no basta (porque está en la raíz de todo) criticar el biologicis- mo de Freud respecto de las pulsiones, el cual aparece en todas partes. Es necesario volver a su postulado metodológico, es decir, a la idea de que los conjuntos sociales (parejas, familias, grupos diversos e, incluso, grandes conjuntos de la civilización, las “culturas”, etc.) resultan de la interacción entre organismos individuales atravesados por el conflicto de las pulsiones de vida y de muerte. El centro neurálgico de esta concepción naturalista e individualista de lo social se encuentra en la noción que, sobre el niño, es promovida en El malestar . Este niño, vigoroso y agresivo, es el agente del asesinato del padre y del incesto con la madre. Se trata de un ser que, existiendo desde el origen del individuo y, por lo tanto, de la humanidad, concentra la naturaleza pre-social que está en juego en toda vida social y que lo seguirá estando inevitablemente, inclusive en la vida de la cultura/civilización más elevada 6 . Este motivo es directamente hobbesiano e implica que la ley (la ley 5 Sin embargo, Bion parece no haber recibido más la aprobación de Melanie Klein por sus trabajos acerca de los grupos. De hecho, estos últimos sólo tomarán un giro radical después de la muerte de esta. El hecho sigue siendo igualmente el mismo, a saber: que no hay nada en común entre su crítica anti-individualista (en el sentido metodológico) de la aproximación freudiana y la posición de la “iz- quierda freudiana”, la cual consiste en tratar la teoría de Freud sobre la vida social como un “síntoma político”, explicable en función de la posición “burguesa” de su autor y de su conocido rechazo de las proposiciones marxistas. 6 Es también desde el punto de vista de un “estado de la naturaleza” psicoanalítica que podemos en- tender por qué Kultur se deja traducir conceptualmente (filológicamente es otra cosa) algunas veces por civilización y otras por cultura. La misma situación se produce con “ l’état civil ”, según Rousseau,

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