Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura volumen II

8 repetir discursos de progreso y cambio tecnológico de manera irreflexiva, menos en tiempos de cambio climático, cuando se hace evidente que la tecnología no es única y neutra. En las relaciones humanas, la emoción hace que nos sintamos parte de una red de vínculos con otras personas y con la naturaleza, los objetos y los territorios. Es la emoción la que nos lleva a ser parte de una unidad mayor que la individual, de la cual sacamos la fuerza y la seguridad para confiar en nuestra capacidad de sobrevivir. La urgente acción climática puede renovar el sentido del hacer de ingenieras e ingenie- ros, desde las razones que aporta la evidencia científica y desde la emoción de pertenencia a una filogenia profesional que se alinea con una misión. Luego, en la misma sección, Ricardo Loebell, en su ensayo “Bio- lento [sic]”, se da a la tarea de ampliar el campo visual de la ciencia y la tecnología —entrampadas en un afán por el crecimiento—, combinando diferentes visiones que apuntan a una idea más bien horizontal y colectiva del desarrollo. Reflexiona Loebell sobre las condiciones necesarias que per- mitan innovaciones tecnológicas para modelos sostenibles, y que éstas pue- dan implementarse y circular. La función del Estado debiera ser promover, fomentar, así como contribuir a la creación de aquellos emprendimientos que se comprometan y tengan en su esencia defender la naturaleza y el medio ambiente. Se esbozan diez ejemplos, ligados a personas, que permi- ten repensar la ciencia y la tecnología en nuestra sociedad desde una visión humanista, en búsqueda de una vida sustentable en el planeta. La contribución de Elisa Pinheiro de Freitas nos invita a pensar en la “Modernización e internacionalización del circuito productivo de los agrocombustibles en Brasil”, para verificar cómo la expansión de la labranza de caña de azúcar en ese país ha intensificado el cambio en el uso de la tierra. Desde 1998, empresas transnacionales del circuito agroenergético se esfuerzan por arrendar y comprar tierras cultivables, con el propósito de producir materias primas para los agrocombustibles de exportación. Los cultivos “estratégicos” para este fin, como la caña de azúcar y la soja, se ex- panden sobre las áreas de arroz, porotos, mandioca y así sucesivamente. En el actual orden del liberalismo transnacional, caracterizado por la liberaliza- ción de los mercados, la hegemonía de las finanzas sobre la producción y la crisis ambiental, el ordenamiento territorial del Estado es progresivamente sustituido por “ordenamiento territorial de mercado”, es decir, la organiza- ción espacial tiende a favorecer cada vez más a los actores corporativos y

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