Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura volumen II

14 Cuadernos de Beauchef el conocimiento científico y, por tanto, a requerir ingenieros formados en las ciencias (Layton, 1986, p. 2). En 1849, las ciencias aplicadas y las ingenierías, consideradas demasiado prácticas y plebeyas, comenzaron a ser incorporadas al curriculum de algunas universidades estatales y colleges privados (Metzger, 1987, p. 129). En Francia, con la creación de la École Polytechnique, en 1794, se constituyó un cuerpo estatal de ingenieros científicamente formados, que presidieron las grandes obras públicas y estuvieron desde temprano ligados al desarrollo industrial. Ello les valió ser algo así como el gran modelo de la ingeniería decimo- nónica, modelo que tuvo una gran influencia en Chile. Si la formación de la profesión de ingeniero estuvo ligada a una fase avanzada de la industrialización en los países del centro, con cuánta mayor razón su formación sería lenta y dificultosa en un país agrario y minero que vivía los inicios de la industrialización. El Estado estimó ne- cesario fomentar los estudios en las ciencias aplicadas para contribuir a este fenómeno. Nuevamente nos encontramos ante una profesión que no se formó sobre la base del desarrollo interno de un oficio tradicional, sino por la voluntad de la autoridad central. Al igual que en medicina, la participación del Estado fue capital para construir la base cognitiva y, en menor grado, para darle prestigio social; pero, al contrario de las otras dos profesiones vistas, el Estado se negó a regular legalmente el ejerci- cio y, por tanto, a constituir un monopolio de sus servicios. La regulación sería un fenómeno posterior, fruto en parte de la presión gremial de los propios ingenieros, Sin embargo, ingeniería fue la profesión que, en mayor grado, dependió del Estado para la construcción de su mercado, pues fue el gran demandante de sus servicios. La formación de las ingenierías tuvo que enfrentar severas difi- cultades en sus inicios: no tenía una tradición sólida como oficio práctico ni un desarrollo docente, no gozaba de prestigio social y su mercado era, por decir lo menos, precario. Durante el período colonial y principalmente en el siglo XVIII, las obras de ingeniería fueron realizadas por ingenieros españoles y ex- tranjeros contratados para estos efectos, generalmente vinculados a la

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