Los Futuros Imaginados

l o s f u t u r o s i m a g i n a d o s 32 33 precio— los artistas contextuales intentan establecer una relación más democrática y horizontal. Lo hacen, sin duda, porque han experimentado violentamente el golpe de incomprensión que se instauró entre el arte y sus públicos, intentando luchar contra la lógica de exclusión que suele resultar del elitismo modernista. Si es que el museo, y su forma hiperbólica, el cubo blanco, correspondían perfectamente a la ceremonia modernista del arte, a estas nuevas obras y al público que puede darle existencia, le es necesario igualmente un es- pacio adecuado, un espacio de encuentro que yo denomino: la exposición . La exposición de arte contemporáneo expone obras, pero también, ex- pone a sus visitantes a múltiples encuentros, cuestionamientos y pun- tos de vista. Hay en esta efervescencia un tanto confusa, donde cada artista adopta simultáneamente diversos estilos, algo que se acerca un poco a la lectura de una novela. Ahí también se está confrontado a una multiplicidad de acontecimientos, personajes y de ideas, de la que es necesario extraer una sustancia para sí. Porque la novela es un espacio experimental, tanto para el novelista como para el lector que viene a visitarlo a través de su obra. Así como la novela acompaña desde la era democrática la construcción simbólica y social del ciudadano, podemos pensar que la exposición constituye una forma de arte privilegiada en la época de la democratización del arte. Digo bien: una forma de arte y no una manera de mostrar del arte . La exposición , a mi modo de ver, es una “forma simbólica”, en el sentido en que Panofsky hablaba de la perspec- tiva como forma simbólica. Debido a su dispositivo espacial, a la autonomía que conserva ahí todo objeto, a la imposibilidad de construir un discurso que incluya todos los elementos expuestos, a la pluralidad de “correspondencias” que favo- rece, la exposición hace aparecer una verdad esencial: la historia del arte, como la historia humana, no constituye una objetividad a la cual el espectador se encontraría confrontado. Estas historias tan variadas que remueven el arte contemporáneo —migración, ecología, identidad de género— constituyen un campo abierto, donde el espectador es invi- tado a construir por sí mismo su propia historia. No su propia historia del arte (o de la literatura) —eso es asunto de los conservadores de museo o de historiadores de la literatura— sino su propia historia en el arte, al interior del mundo del arte y de la historia, a través de los medios tan diversos que son puestos en obra por los artistas. p r ó l o g o La exposición es una ocasión para reapropiarse de las obras de arte (esta memoria artística conservada en los museos), para un visitante a quien le serían dados los medios para fabricar su historia mediante la media- ción simbólica de las diferentes formas de arte existentes. El visitante desde entonces ya no está frente al espectáculo de una historia unifica- da del arte, que se despliega como en un mundo separado, organizado por la consciencia trascendental del universalismo, sino que está con- frontado a las huellas de la actividad humana a partir de las cuales debe —y puede— construir su lugar propio en la historia. Arrancando la obra de arte del museo para ponerla en exposición , la evo- lución democrática, lejos todavía de encontrarse acabada, ha roto con la clausura que caracteriza el templo museal. Ya podemos constatar que el museo se abre y, sobre todo, que espacios difícilmente sacralizables (edi- ficios industriales abandonados, lofts, etc.) sirven cada vez más como lu- gares de exposición. Lo que permiten estos lugares, que acompañan una suerte de escenografía revolucionaria, sería la renovación de aquello que el artista catalán Antoni Tapiès llamaba “el juego de saber mirar”. Siguiendo los preceptos de Baudelaire, Tapiès quiere volver a enseñar- nos a construir, por nosotros mismos, la exposición y el mundo que en ella se abre. Tomamos una obra de Tapiès: Silla y seguimos los preceptos del pintor catalán. Si bien esta vieja silla no parece gran cosa, piensen en todo el universo que hay en ella: E l f u t u r o d e l a r t e e n e l m u n d o c o n t e m p o r á n e o . D e s p u é s d e l p a r é n t e s i s m o d e r n i s t a // jacques leenhardt

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