Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

dotándola de una hu1nanidad que no se expresa en el s imple hecho de su ser ambiguo (brujo). Esta Quintrala posee una clara conciencia de su juego de poder, de sus capacidades y de las fórmulas de preservarlo: ella será capaz de actuar en el rol que le adscriben las estructuras, accede al matrimonio, incluso se confiesa; pero esos gestos no son más que los ademanes de una lucidez que sabe que los destinos están 1novilizados por hilos que ella puede tramar, tejer, hilvanar a su antojo. Entonces, si bien la Quintrala está presa de unas circunstancias culturales que le asignan un papel; Mercedes Valdivieso la ha reconstruido en tanto sujeto, no estereotipo, fundando una idea de lo femenino que supera los paradigmas del sentido común. Mito e historia trenzados, voluntad de una narración que nos pregunta por un nosotras inmerso en un devenir, en una especificidad cmlena y latinoamericana. Ahora que sediscute la celebración de los 500 años del Descub1imiento de América,Maldita yo entre las mujeres se instala como una "otra Brecha" que Mercedes Valdivieso nos abre con la Quintrala como pretexto, de un texto que hoy se re-escribe y que retomando el "dicen que" (la tradición colectiva) enuncia aquel grito de ruptura ante [a trascendencia y ante su encarnación: "Yo no quiero en mi casa hombres que me mirencon tnala cara". Sólo alguienque se s iente poseedora de un dominio más allá de la contingencia -el dominio de lo maternal- es capaz de babiarle así al Hijo de Dios. Tal vez, justamente sea esa la razón de que lo femenino alegorizado por la Quintrala, habitando el ethos mestizo, pueda entablarun diálogo de superioridad. El habla de la Quintrala, que la novela nos propone, es la s intáxis de un género que se postula en nuestro te1Titorio como un envés de su trama universal, y por eso cuestiona o complejiza el tejido y la red de su posición actual. 73

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