Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

su aliada co1uo en el 1nito. Parecieraser que enel ObscénoPájaro de la noche, la perraamarilla nombra la naturaleza domesticada, pero también su insubordinación, por eso debe ser perseguida y reiteradamente sacrificada, asesinada. Asimismo, ella surge como laenca1naciónde lo animal en lohumano y, a la vez, como el polo de una serie de transformaciones del orden de la naturaleza al orden de lo construido socialmente (lo femenino, las clases, los status, etc.). Pero,asimismo pienso que lamétaforade la perraamarilla puede ser leída desdemúltiples significados que rozan anuestra cultura mestiza: por un lado ella es una híbrida,una quiltra sin raza definida, sin linaje. Por otra parte, cristaliza el tránsito,el flujo permanentede la naturaleza a la cultura. Ella describe el periplode las mutaciones, del desdoblamiento en que poden1os ser una cosa u otra, perros que nos transformamos en personas, personas que nos transfiguramos en perros. Mas también la perra amarilla se instala como el opaco brillo de un movimiento mimético en donde todos, al menos en el deseo y la fantasía, podemos llegar a ser el otro que envidiamos y amamos. La perra, la nana, la bruja,quieren serInés, la patrona, la hermosa. Ansia de imitación, de copia, de todo lo que ella no es: la perra es pobre, es sarnosa, es fea y flaca. Esa permanente apelación a loequívoco que expresa la perra amarilla, esa evocaciónde que " las apariencias engañan", ese juego ladrno de asomarse y esconderse, opera -desde mi óptica- como analogía de nuestra identidad: no se trata de un sujeto estructurado por capas que se superponen (lo indio, lo español, logringo, por eje1nplo), no es la pollera de las cholas ni las envolturasde las cebollas (una encimade laotra), sinoalgo muchomás confusoque sedesplaza de un lugar aotro y que dependiendo de los contextos puedeadquirir rostrosdistintos. Se trataría así no de un camuflaje o de un simple enmascaramiento, sino más bien de una metamorfosis continua entre estados naturales y culturales, animales y humanos; "transculturación" de la naturaleza y naturalización de la cultura. Quizás, esa fugacidad, ese instanteen quepasamos de una cosa a otra sea el que nos pueda definir co.1no habitantes de un espacio y de una n1e1noria. Porú ltimo, me parece que la n1etáfora a la que nos hemos referido se actual iza y adquiere un semblante interpelador. Hoy día, en que los valores pretenden realizarse en las estructuras del mercado y encontrar allí un horizonte donde la comunidad trascienda, esa perra amarilla - que nos ha restituido José Donoso- se aso1na enclenque, ha1nbrienta co1no sie1npre, tiñosa, escarbando en los tarros de basura y en los deshechos de los supermercados. Todavía corre jadeantepara escapar del sacrificio:de aquel que el ordenhacenda! necesitaba ydel que el orden contemporáneo busca. Aún nos recuerda que somosquiltros, mestizos, amari Llos y no blancos, y que todo puede tranformarse, cruzarse, fallar, ensuciarse. Así, arraigada para siempre enel imaginario deChile, como 1noradade!Obsceno Pájaro de la noche, podemos aún ver que".. .lacabezade la hijadel patrón iba agitandoenonnes orejas 69

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