Palabra dicha: estudios sobre género, identidades, mestizaje

comparece ante los lectores un sujeto que se estructura en la pluralidad (por ejemplo, mujeres, indias, pertenecientes a una generacióndeterminada, madres, trabajadoras, etc.). De este1nodo, el testimonio aparececomo una bisagra entre lo oral y lo textual. No es pura oralidad, pues ella fue aprisionada en el texto; no es pura literatura, pues la ficción se entremezcla con lo "real" . A su vez, los testimonios de mujeres, ocupan un sitio a1nbiguo en términos de la producción de su identidad de género: por un lado son el vehículo de un modo de expresión singular; pero al mismo tiempo, en algunos casos, reproducen los gestos de su propia subyugación (ser "hablada" por un lenguaje que excluye lo femenino), en este mismo sentido, a través de lo testilnonial es posible la superaciónde un único referente de la identidad (pues aparecen, como dijimos, la clase, la etníai, la edad, etc. como otras diferencias junto a las de género); pero también pueden contener lo opuesto. Estas características nos hacen pensar que subyace a lo testimonial latinoamericano un de-generamiento, en el sentido de una alteración de los tejidos discursivos unilineales, un cambio en el sujeto de ese discurso. Desde aUí entonces, habría una suerte de usurpación: lo oral (lo femenino) se instala en el centro de la fonnulación de sentidos. No es extraño que el mayor auge de los textos biográficos ocurra en AméricaLatina en medio de crisis económicas y dictaduras militares, en esos momentos la plática de las mujeres Gunto a la de otros marginales) cobra nueva voz, ocupa el lugar vacío que ba dejado la ruptura de los grandes paradign1as, para hacer presente la n1emoria, la a-institucionalidad, la opinión de alguien que siempre ha estado descentrado del poder (dela palabra y de la interpretación). Pero, lo oral hecho texto, en la producción testimonial, tuvo un período de auge y rápidamentefue consideradoun "géneromenor",un método, una técnica, basta casi desaparecer en la actualidad como un discurso poético, social, antropológico, vál ido. Podríamos por ello pensar que su carácter femenino (en tanto oralidad) dificulta su consideración en el ámbito canónico de las disciplinas (tal vez por su vocación a la in-disciplina). Si recogieran,os lo que hemos expuesto podríamos hacer un virtual enlance entre el género femenino (asociado a la oralidad), la literatura (em·aizada en esa oralidad) y algunas corrientes de la antropología latinoamericana (que convierte la tradición oral en texto). Movitniento de espejos que se van reflejando uno a otro para dar cuenta del peso crucial de lo femenino,en tanto categoría simbólica, en nuestra cultura. Si la cultura construye las diferencias entre los géneros, éstos a su vez tejen y retejen con sus sentidos el ethos y las producciones de signos. En el caso que hemos tocado se trata del género femenino entrelazado con la literatura y la antropología: lo fe1nenino materno comoproductor de un habla que luego se hace escritura; después, el gesto de la antropología con el surgi1niento del testimonio como producto "degenerado". Así, géneros literarios y géneros sexuales se rozan, se ünb1ican, se alunentan. 191

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