Casas patronales : conjuntos arquitectónicos rurales

INTRODUCCION La constitución de las haciendas de la región central de Chile es un hecho capital que, originada a partir del siglo XVII, va a transitar por toda nuestra historia, se– llando el carácter de la sociedad y la cultura chilenas. Con la formación de la gran propiedad rura l en el terri– torio comprendido entre las ciudades de La Serena y Concepción, estamos ante la presencia no sólo de lo unidad básica de producción ecor:tómica del período hispánico como del republicano, sino ante el elemento colonizador y estructurador del gran espacio geográfi– co, que por .la fuerza de las circunstancias se constituyó en el centro generador de la nacionalidad chilena . En efecto, hasta el gran levantamiento araucano que puso término al siglo XVI, era esta región la menos poblada y urbanizada del país, en relación con la si– tuación de desarrollo existente al sur del Biobío . "La re– gión más rica y desarrollada del país fue en el siglo XVI, no el obispado de Santiago, sino el de La Impe– rial", existiendo datos que permiten afirmar que las ciudades del sur ocuparon las primeras precedencias y los más altos rangos (1 ). En la región central sólo tres ciudades, que no eran las mejores equipadas ni contaban con el mayor número de vecinos, constituían los únicos focos de desarrollo del territorio adyacente, organizado en explotaciones mineras y agrícolas . La minería tuvo mayor importan– cia como producción económica por "la extracción del oro y de la plata que proporcionaban los medios de pa– go para traer desde el Perú y España los bienes indis– pensables para la vida y para proseguir la guerra de conquista" (2). Esto explica la importancia de las con– cesiones de encomiendas por sobre las mercedes de tierra . En este primer siglo, la actividad agrícola de los espa– ñoles en la región central tuvo un crecimiento limitado al nivel de atender a sus necesidades de alimentación y subsistencia, desarrollada de preferencia en tierras de secano de los valles costeros o en las escasas zonas de regadío prehispánicO. Recién en el último cuarto del siglo a partir del gobierno de Quiroga "diversos indica– dores señalan cómo la zona central del país o zona de paz comienza a aumentar en importancia " (3) mientras se inicia la decadencia de las ciudades de la zona de guerra que culminará con el alzamiento indí– gena de 1598 y la "ruina de las siete ciudades" . En la zona de paz, con sus amplias tierras baldías entre Santiago y Concepción, las mercedes de tierras aban– donadas comienzan a reocuparse, a partir de 1577 y después de 20 años comienza a solicitarse otras nuevas (4) . Finalmente, la destrucción de las ciudades del sur precipitará a sus pobladores como una avalancha sobre la tierra de paz, comenzando así "a poblar el gran país que mediaba entre la ciudad de la Concep– ción y Santiago" (5). \ fo:3 ce Cuarenta años después, Alonso de Ovalle, al relatar el asentamiento de los refugiados del sur, describía ma– gistralmente la nueva visión de la región central: "La gente que se escapó de esta común y general calami– dad ~e repartió por toda la tierra que quedó de paz, que fue desde la Concepción para delante; y acomo– dándose cada uno donde pudo por las quebradas, valles y campos (porque en las ciudades no pudo haber lugar para todos, ni la pobreza y desnudez con que sa – lieron les daba lugar a ello), hicieron en ellos sus es– tancias, donde se han sustentado y multiplicado de ma– nera que, juntamente con los demás que tenían hecho ya sus asientos en ellas, han poblado la tierra con tanta frecuencia de gente, que en más de ciento y cincuenta leguas se puede andar toda, durmiendo y comiendo casi siempre en poblado, y en algunas partes están tan juntas estas estancias, que se topan a una legua, a me– dia y a menos; y algunas que se han api icado más al trabajo (aunque, como digo, salieron en camisa), les ha favorecido Nuestro Señor tanto, que han enriqueci– do mucho y han podido casar sus hijas muy ilustremen– te, con muy buenos dotes, y hoy se hallan ricos, con mucha suma de ganados y esclavos, que es la riqueza de aquella tierra, sustentando sus casas como mucho lucimiento, debido a su calidad y nobleza" (6) . Este cambio de dirección del proceso histórico del siglo precedente centrado en las ciudades se expresó en el desarrollo del medio rura l y el abandono de la política fundacional "manifestado en el hecho de que durante todo el siglo XVII no se funda ninguna ciudad de impor– tancia" (7), aún más, dism i nuyó el número de vecinos urbanos, caso único en la América española .

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