Palabra Pública N° 24 2021 - Universidad de Chile

pactos como el cierre de bibliotecas, sobre todo para muchos jóvenes que estaban haciendo investigaciones, y se bloqueó el acceso a las obras. Entonces esta reapertura de librerías, de las bibliotecas, de las ferias, de estos espacios de encuentro es fundamental, porque una real democratización del libro exige estas vías diversas. Hay que estar conscientes de que el espacio virtual aceleró su presencia en el mundo del libro y probablemente no va a retroceder, pero hay que lograr que complemente, no que reemplace al espacio físico, porque es una experiencia diferente. El libro digital no reemplaza la ri- queza de la lectura propia del papel, porque en ese formato no existe la concentración que se da con la lectura en papel. Mencionas que el libro de papel no ha muerto, como se ha anunciado por décadas. ¿Por qué no muere? ¿Por qué la gente sigue prefiriendo esa experiencia? —En el caso de LOM, y lo hemos hablado con muchas otras editoriales, lo que creció mucho durante este período fue la venta del libro de papel vía digital. Cuando apareció el libro digital surgieron estos discursos de que el libro de papel se terminaba. En Estados Unidos aumentó mucho la venta en formato digital, pero en otras partes del mundo, en países europeos, en América Latina, se mantuvo de una forma relativamente marginal. Hay varios factores, como la experiencia de la lectura y de poder estar concentrado en un texto: en lo digital uno está conectado con cien cosas, y al final lo que las aplicaciones digitales quieren es que uno esté marcando “me gusta” a cada rato. Es decir, lo que hacen es que uno esté desconcentrado, y la buena lectura requiere concentración. La literatura es una posibilidad extraordi- naria de entrar en el otro, conocer al otro, compartir con el otro, y eso requiere un tiempo, una pausa. También hay un problema político mucho más im- portante y de largo plazo cuando se compara la lectura en papel versus la lectura en soporte digital: es lo que se llama el capitalismo del control. Lo digital es un control total de todo. ¿Qué leemos, qué nos gusta, qué compramos, dónde vamos? Es un poco terrorífico, es la construcción de una sociedad distópica y hay que tener mucho cuidado y atención con el plano digital. Se habla de la democra- cia con acceso a todo, pero ¿quién financia lo digital? La publicidad que financia la producción cultural genera un mayor dominio de la lógica comercial por sobre el domi- nio de la lógica cultural. ¿En qué situación dirías que se encuentran las y los editores tras casi dos años de convulsión en la produc- ción y venta de libros, primero por el estallido social y luego por la pandemia? —El mundo de la cultura en general se encuentra en un momento bastante complejo y hubo una situación bien tensa con el Ministerio de las Culturas por falta de un mayor apoyo, de medidas concretas hacia el mundo de la cultura. En el sector del libro la pandemia golpeó mucho, pero menos que en otros sectores que se vieron totalmente inmovilizados. El mundo del libro tiene un plus , y es que ha habido en el tiempo mucha organización del sector. Por ejemplo, la Asociación de Editores de Chile fue la impul- sora de la Política Nacional del Libro y la Lectura que se aprobó en el primer gobierno de Michelle Bachelet y se implementó en el segundo. Se construyó e implementó de manera participativa, aunque no se cumplió para nada todo lo que se anhelaba. Se buscaba potenciar todo el ecosistema del libro y romper con el dominio colonial que tenemos tanto ahí como en la cultura en general, donde se valora la producción que viene de los países del norte y se marginali- za la producción local, inhibiendo que abramos un círculo virtuoso para nuestra producción intelectual. La Furia del Libro 2021 reunió a editoriales independientes y universitarias entre el 9 y el 12 de diciembre en el GAM. GAM 46

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