Palabra Pública N° 24 2021 - Universidad de Chile

sentido de una vida que nos hace infelices cuando nos doci- liza y convierte en engranajes de la máquina. Da la impresión de que el capitalismo, en vez de rei- maginarse durante la crisis, se radicalizó. —El capitalismo siempre busca sacar partido de las co- yunturas, pero en este caso no ha valorado el hartazgo de quienes se han visto frágiles y han empezado a moverse en otro sentido. Lo que ha ocurrido en Estados Unidos con la gran dimisión es ilustrativo de este otro tipo de contagio no esperado por el sistema y que sitúa, por una vez, a los em- pleadores sin instrumentos para actuar. Porque cuando una persona abandona un trabajo que considera precario, injus- to u opresivo puede que no movilice más allá de su digni- dad, pero tiene la fuerza simbólica de generar preguntas en el de al lado. El contagio social también se da como forma de movilización y activismo. Y en este caso es más llamati- vo, puesto que la herramienta predictiva del capitalismo se basa en lógicas algorítmicas (sostenidas en estadísticas sobre “lo ya vivido”) y no ha podido prever la situación. Cierto que para que ese ejercicio de contagio tenga lugar se precisa un dejar de mirar al frente (la pantalla) y volver la mirada a quienes están al lado. En ese sentido, no eres pesimista, ya que la vulne- rabilidad nos convierte en una comunidad: podría- mos crear lazos entre frágiles. ¿Ves algún potencial político ahí? —Pienso que todo movimiento colectivo posible re- quiere un paso necesario que es la toma de conciencia. A partir de ahí cambiar ese mantra capitalista que refuerza al individuo como alguien individualista productivo y no pensativo, obliga a un pensarse como un “pensarnos”. Lo que no está claro es si ese encuentro comunitario se mate- rializará de manera activa (como en una suerte de Workers Lives Matters ) o pasiva, como está ocurriendo con la dimi- sión, que hasta ahora es la seña de identidad de este nuevo cambio. El freno que ha supuesto confinarnos viendo (o experimentando) la enfermedad y la muerte ha acentuado nuestra percepción como seres vulnerables. Lo que cabría esperar es que dicha percepción pueda ser articulada desde una renovada solidaridad social que nos permita imaginar otras formas de vivir y trabajar. Formas que están por de- finir, pero algo tenemos claro: las actuales no nos sirven. *** En los primeros meses de la pandemia, Remedios Za- fra solía citar el ejemplo de Isaac Newton para explicar el potencial que podía tener esta crisis para fortalecer la concentración creativa: en 1665, una epidemia de peste obligó al científico a encerrarse por un período largo en su granja, gracias a lo que pudo enfocar su atención y ha- cer algunos de sus descubrimientos más importantes. El tiempo que ha pasado desde que el covid-19 irrumpió en la cotidianeidad prueba que, a la larga, ocurrió lo contra- rio: a falta de espacios públicos y vida social, las pantallas se convirtieron más que nunca en la forma principal de interactuar con el mundo exterior. La ensayista lo venía diciendo hace años en libros como Ojos y capital (2015): vamos en camino a una nueva idea de lo real, donde la visibilidad es garantía de existencia y valor, y donde los ojos son el nuevo capital. Así nace otra desigualdad: la de los no-vistos, los que no existen en el mundo conectado, los que no tienen acceso a internet o educación digital. “El precio de la desconexión total es un precio al que solo se pueden enfrentar los ricos o los valientes —explica la autora—. Quizá la complejidad y el reto de todo esto radique en aprender a gestionar la desconexión no como algo radical y definitivo (que solo alentaría formas de oscilación y polarización) sino como parte de un apren- dizaje de emancipación y libertad, tomando el control de nuestros tiempo y vidas, sin renunciar a su potencia transformadora para socializarnos y generar comunidad, conocimiento y un mundo mejorado”. Dices que vivimos en un mundo-vertedero ávido de aquí y ahora, “en una época que no puede aguantar más sobreproducción ligera, más residuo”, detrás de panta- llas-escaparates sin párpados que nos anestesian y nos Ojos y capital Consonni, 2015 (h)adas. Mujeres que crean, programan, prosumen, teclean Páginas de Espuma, 2013 Un cuarto propio conectado: (Ciber) espacio y (auto) gestión del yo Fórcola Ediciones, 2010 23

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