Palabra Pública N°26 2022 - Universidad de Chile

Un país de familias fuera de la norma POR BASCUR CRUZ C uando llegaron les colonizadores europees a nuestro continente, vinieron cargades de valo- res cristianos que les dictaban la manera en que debía funcionar el mundo, desde el sistema político a la conformación de las familias. Este último asunto era de gran importancia, ya que la iglesia católica con- sideraba imprescindible controlar y homogeneizar la sexualidad de la población, limitándola a la práctica monógama, cisheterosexual, y dentro de la institución patriarcal del matrimonio. A pesar de los esfuerzos, las familias latinoamerica- nas se mantuvieron bastante alejadas de la utopía cris- tiana; las conductas sexualmente impulsivas del hombre blanco europeo (que estaba dispuesto a atentar contra los valores de la iglesia y mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio), en sincretismo con las distintas culturas indígenas, fomentaron la conformación de fa- milias monoparentales en las que las mujeres solían ser las encargadas de la crianza y mantención económica de les hijes, cuestión especialmente cierta para las per- sonas con menos recursos económicos. De esta manera, madre, tía, abuela, hermana, se convirtieron también en trabajadoras obligadas ante la ausencia del padre, cumpliendo un doble rol que no es remunerado ni reconocido por quienes gobiernan. Sin embargo, ni la monarquía española ni el Estado chileno demostraron tener un entendimiento real del funcionamiento de las familias del país, manteniendo en sus normas la “utopía” de la familia biparental, he- terosexual y monógama, algo que podría estar a punto de cambiar. La propuesta de constitución emanada de la Con- vención Constitucional pone fin a esta deuda históri- ca, reconociendo finalmente que las familias pueden tener distintas configuraciones alejadas de los valores cristianos; y que las labores de cuidados, que las mu- jeres hasta el momento estaban haciendo de manera gratuita en nombre del amor, deben ser valoradas y reconocidas como lo que son: un pilar esencial para la construcción del país. Coordinadore del Consejo de Presidencias de la FECh (noviembre, 2021 – julio, 2022). El artículo 10 de esta propuesta no se limita solo a esta gran tarea, ya que al establecer que “el Estado re- conoce y protege a las familias en sus diversas formas, expresiones y modos de vida, sin restringirlas a vínculos exclusivamente filiativos o consanguíneos, y les garantiza una vida digna ”, se abre la puerta a asumir esas otras realidades ajenas a las construcciones cisheteronor- mativas. Y con esto, no me refiero solo al imaginario burgués de la familia homoparental que sigue siendo monógama y fundada en el amor romántico, sino en aquellas personas que, expulsadas de sus familias ci- sheterosexuales, deben buscar el cariño y el apoyo en otras personas diversas y disidentes, formando redes de apoyo que brindan la contención, acompañamien- to y amor que les fue negado por no someterse a una sexualidad y/o género que atenta contra su existencia. Esto, por culpa de un sistema de valores que hace que incluso el amor materno, ese que se ha construido so- bre la supuesta base de la incondicionalidad, sea per- donado cuando nos repudia. Por supuesto, el problema de las redes de cuidados en una sociedad atravesada por distintas interseccio- nes de violencia no se queda solo en la ejercida hacia mujeres cishetero ni disidencias. Las personas migran- tes, que llegan solas en busca de mejores condiciones de vida, forman también grupos de afecto con otres en su situación ante la indiferencia de les chilenes, y lo mismo pasa con tantes otres que encuentran fuera de sus parientes sanguínees el cuidado que les negaron. La nueva propuesta de constitución nos permiti- rá abrir los ojos a una realidad ineludible: la familia cisheterosexual monógama fundada en el matrimo- nio no es el único vínculo encargado de dar apoyo, y no debería serlo tampoco. El Estado debe asumir que el ideal cristiano de familia queda corto ante una realidad diversa; y el reconocimiento explícito de este hecho en el texto constitucional nos permitirá final- mente abrir la puerta a políticas públicas dinámicas y aterrizadas, que pongan realmente en su centro el bienestar colectivo. OPINIÓN 48

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