Palabra Pública N°23 2021 - Universidad de Chile

cine su retiro espiritual y el encuentro con el llamado “grupo Arica”, colectivo new age instalado en el norte de Chile. Ahí Larraín termina apartándo- se definitivamente de la fotografía, llevando una vida monástica con su hijo en una parcela. Parte del “mito” de su figura viene de aquí, y es tam- bién una arista que ha llamado la atención a nivel internacional (como lo prueba el documental rea- lizado por el fotógrafo Patrick Zachmann, citado por Moreno). La película cuenta a su favor con el uso de archivos de primera fuente, accediendo a va- rias bases de datos, entre ellas, la propia agen- cia Magnum, el MoMA o el acervo familiar, así como testimonios bien elegidos, particularmen- te, contrapuntos interesantes entre la visión de la familia más cercana (hermanas, hijos) y las observaciones externas de curadores y otros fo- tógrafos (entre ellos, Luis Poirot). Así visto, se trata de una investigación de larga data, obliga- da a resumirse en un largometraje documental de poco más de una hora. Se supone que las lí- neas que abre el documental se profundizan en la serie que pronto verá la luz. Más allá de eso, la edición denota un trabajo pulcro de síntesis: en la hora y algo de duración, se abarca una canti- dad impresionante de relatos y testimonios, ade- más de archivos escasamente conocidos, como registros en super8 de la vida familiar, tiras de contacto con las marcas del fotógrafo, filmacio- nes propias muy tempranas e incluso videos de su vida retirada, así como escritos, cartas y otros recursos personales, acompañados de una músi- ca que evade el sentimentalismo fácil. Se agregan a ello algunas pequeñas —casi imperceptibles— recreaciones para el filme. Moreno, con su oficio habitual presen- te en trabajos como La ciudad de los fotógra- fos (2004), Habeas corpus (2015) o Guerre- ro (2017), navega bien por los mares de la síntesis, el ritmo, la información y el acercamiento, pero termina entregando una visión algo institucional al dejar de lado las aristas llanamente conflictivas o contradictorias del propio Larraín (por ejemplo, su rol como padre, el escaso detalle de su vida en el retiro) o de todo el aparato institucional que lo validó centralmente desde Europa y Estados Uni- dos (MoMa, coleccionismo). Con todo —y con el objetivo divulgativo cumplido con creces—, es posible también llamar la atención sobre esta timidez, que desemboca no solo en una mirada excesivamente respetuosa, sino también en un ar- chivo fotográfico y audiovisual al servicio de una estructura más expositiva que exploratoria. IVÁN PINTO VEAS. Crítico de cine, investigador y docente. Editor de la revista La Fuga.cl. Investigador posdoctoral en ICEI, Universidad de Chile "Moreno, con su oficio habitual presente en trabajos como La ciudad de los fotógrafos (2004), Habeas corpus (2015) o Guerrero (2017), navega bien por los mares de la síntesis, el ritmo, la información y el acercamiento, pero termina entregando una visión algo institucional al dejar de lado las aristas conflictivas o contradictorias del propio Larraín". Quedan, para mi recuerdo, dos recortes y aso- ciaciones. En primer lugar, la relación que tiene este documental con La ciudad de los fotógrafos, y el díptico que conforman respecto a la fotografía chilena. Mientras el primero aborda el trabajo invi- sible del colectivo de fotógrafos de la AFI durante la dictadura, abordado desde la perspectiva de la recuperación de la memoria social, el segundo se adentra, más bien, en los terrenos incógnitos y es- bozados del mundo interior de Sergio Larraín, un mundo opaco que solo logramos intuir desde la rememoración de terceros, en un juego de reflejos y proyecciones. Se trata de dos polos —el social y el subjetivo— que se anudan en un “arte interme- dio”, como llamó el sociólogo Pierre Bourdieu al arte de la fotografía. En segundo lugar, un souvenir : acaso la secuen- cia más bella del documental, un archivo rescatado del documental de Zachman y reutilizado aquí, en la que una cámara de video ingresa a la parcela del fotógrafo con la prohibición de filmar su rostro. Se trata de un Larraín de voz pausada, mientras la cámara muestra sus manos bajo la textura lumínica del video casero en una tarde de sol. Una escena ambigua por lo que muestra y lo que no, que habla tanto de las potencialidades del archivo y del me- dio documental, como la indeterminación radical de una vida sumergida de la cual hemos alcanzado a ver apenas un destello. 59

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