Palabra Pública N°23 2021 - Universidad de Chile

nacional y, más tarde, la Constitución de 1980 relegaría al Estado a un rol subsidiario que, según la investiga- ción de Ibarra y Parada, provocó “un desplome en la fabricación estatal de medicamentos”. Se siguieron fabri- cando vacunas, pero no hubo inver- sión en tecnologías, equipamiento e innovación, lo que condenó la pro- ducción casi a la obsolescencia. El área de producción del ISP fue ce- rrada en 2002, aunque quedó stock que se siguió envasando hasta 2004. Así, un año más tarde, se terminaría la larga historia de avances científicos y desarrollo tecnológico que había co- menzado casi dos siglos atrás. A juicio de Flavio Salazar, vice- rrector de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Chile y director alterno del Instituto Milenio de In- munología, los gobiernos de la época dejaron morir al sistema de produc- ción de vacunas. En el programa ra- dial Palabra Pública , el profesor asegu- ró que “la decisión de contar con una renovación y modernizar todo el siste- ma se debería haber tomado antes. Se pensó que ese era un tema que podían resolver los laboratorios internacio- nales y que Chile no era competiti- vo, con una visión absolutamente de mercado que hoy estamos pagando”. Una demanda astronómica Desde la década del 2000, el stock de vacunas en Chile se ha basado en importaciones de laboratorios extran- jeros. Una historia que podría haber continuado sin demasiados sobresaltos si no hubiese sido por la pandemia del SARS-Cov-2 a fines de 2019 y el posterior desarrollo de vacunas como principal tratamiento preventivo. El acceso y distribución de las va- cunas ha sido uno de los principales desafíos a nivel mundial en la lucha contra el virus. Los países de mayores recursos han acaparado grandes canti- dades, lo que se ha traducido en una desigualdad abismal en las tasas de inoculación: 79% de las vacunas han sido usadas en países de ingresos altos y medio-altos, mientras que solo un 0.5% de las dosis ha llegado a nacio- nes de menores ingresos, de acuerdo a cifras de la Universidad de Oxford. Para el Dr. Olivier Wouters, académico de la Escuela de Políti- ca Sanitaria de la London School of Economics and Political Science, el principal problema es cómo ampliar la producción de vacunas para poder satisfacer la constante demanda in- ternacional. Una solución, dice, sería incentivar la producción nacional de vacunas en países que hasta ahora no contaban con industria propia. “Pro- bablemente es muy tarde para esta pandemia, pero van a haber nuevas pandemias en el futuro”, reflexiona. “Y deberíamos tomar cartas en el asunto antes de que eso pase, o in- cluso si descubrimos que el covid-19 es algo que llegó para quedarse y que tenemos que vivir con el virus”. En este contexto, diversos países que hasta ahora habían dependido de importaciones han decidido ingresar a la producción de vacunas, ya sea de manera independiente o de la mano de empresas extranjeras. Argentina, por ejemplo, produce en sus labora- torios el principio activo de la vacuna Oxford-AstraZeneca, el que luego es enviado a México para ser envasado y distribuido como vacuna. A esto se suma el anuncio, en febrero de este año, del laboratorio privado argenti- no Richmond, que firmó un acuerdo con el Fondo Ruso de Inversión Di- recta (RDIF) para producir en el país la vacuna Sputnik V. Sin embargo, Wouters también llama a la cautela. “Esto es especula- ción, pero no parece económicamente eficiente tener a 190 países producien- do vacunas. Los precios podrían subir, ya que las producciones en algunos lugares pueden resultar más caras que las importaciones. También hay que tener en cuenta que la situación ac- tual es única. No siempre existe una demanda constante y urgente de va- cunas a nivel mundial”, advierte. Una opción por explorar, a su juicio, sería desarrollar instancias de cooperación internacional a través de organismos multilaterales que permitan aunar esfuerzos de países que tal vez indi- vidualmente no lograrían desarrollar sistemas de producción propios. Nuevas vacunas para Chile A pesar de que la pandemia ha sido el escenario perfecto para ejem- plificar la necesidad de contar con una producción nacional de vacunas, los intentos por retomar esta tradición en Chile datan de antes de la llegada del covid-19. Según Flavio Salazar, cerca de 2015 se le presentó a la Corfo un proyecto para recuperar la capacidad de producción de vacunas, que tenía por sede tentativa los terrenos de la Universidad de Chile en Laguna Ca- rén. Si bien la idea no prosperó en su momento, seis años más tarde ya está en camino a convertirse en realidad. El 9 de septiembre, la universi- dad, en alianza con la farmacéutica italiana ReiThera, anunció la cons- trucción del Centro de Biotecnolo- gía y Producción de Vacunas en el Parque Carén, hito que culmina con años de esfuerzo, negociaciones y es- tudios. Este nuevo espacio tendrá una superficie de 7 mil metros cuadrados y constará de una planta multipro- pósito con capacidad para producir 100 millones de dosis anuales de hasta cinco productos biofarmacéu- ticos distintos. El primero será una vacuna contra el covid-19 elaborada con la fórmula de ReiThera, que se encuentra en Fase II de investigación en Europa y que ha demostrado una respuesta inmune en el 99% de las personas inoculadas. “La primera meta será satisfacer la demanda por vacunas de covid-19 a nivel nacional e incluso regional, pero el proyecto no se agota ahí: el plan también implica, a más largo plazo, dar la posibilidad a otras universida- des del país de escalar sus investiga- ciones a fases clínicas, que es el paso donde la mayor parte de los proyectos se estancan por no existir infraestruc- tura adecuada para continuar con los experimentos. Queremos convertir- nos en un apoyo para las instituciones de educación superior, donde puedan 46

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