Palabra Pública N°23 2021 - Universidad de Chile

hombres expatriados sin cabeza que aman a las travestis, una metáfora perfecta de la supresión del mandato patriarcal como única salida para amar fuera de la norma. Una matriarca que hace llorar a la virgen cuando canta o un grupo de travestis que se bañan en la fuente de la juventud hecha de sus propias lágrimas. Todas esas imágenes llenas de magia “son las excusas para callar algo que podría ser terrible para mí si despertara mi cuerpo de su necesaria anestesia; enloquecería, pintaría mi boca de anaranjado y me iría a vivir entre cangrejos, a la orilla del mar. Ya no escribiría ni hablaría. Me dejaría arrastrar por la locura. Por eso no hay realidad en Las malas , porque yo no quiero volverme loca todavía”, expli- caba el día de su premiación. De nuevo. ¿Cómo se resiste la vida sin alegría, sin belleza, sin sueños? ¿Cómo se le planta cara a la violencia sin fantasía ni magia? Al escucharla ha- blar, se me viene a la cabeza la historia de todes quienes no fueron hombres cis durante el siglo XX. Y pienso de inmediato en Ayuquelén, el colectivo lésbico feminista chileno creado en 1984. Lesbianas construyendo, cele- brando y defendiendo su existencia en medio de una dictadura, con un nombre como Ayuquelén, palabra mapudungún que significa “la alegría de ser”. Así de revolucionario. Porque la alegría en medio de la violencia, en cualquier época y contexto, es un arma y un sostén. Lo sigue siendo. En Las malas , Camila empuja el significado tradicional de “lo bello” hasta hacerlo polvo. Como si todas las descripciones que pudiésemos ha- cer del concepto resultaran vanas o insuficientes. En su vida, últimamen- te, la belleza que la conmociona la ha encontrado en “la serie La veneno , los libros de Delphine de Vigan. En los poemas de Sharon Olds. Siempre en la voz de Billie Holiday. En mi amante dormido en mi cama y todos los ras- tros del sexo que tuvimos una y otra vez hasta dormirnos. En la comida que hacen mis viejos. En mis amigos y yo bajo el embrujo de alguna sustancia bailando a plena luz del día. En Clau- dia Rodríguez de punta a punta”, dice, sobre la poeta y activista chilena. Y al final de esta lista bella , lanza una reflexión que nos baja a tierra: “Luego de una visión como esta es necesario cerrar los ojos y estar en silencio. Recordar que el mundo se termina y no hay belleza que nos salve”. La relación entre la argentina y la escritora y actriz Claudia Rodríguez es profunda. En 2019, y a diez años de haber debutado en el teatro, Ca- mila llevó al escenario Vienen por mí , un unipersonal basado en el texto de Claudia. Lo que separa la cordillera, lo unen las experiencias, las palabras y el arte. Camila dice que “Claudia Ro- dríguez es la mejor escritora viva de nuestro tiempo. Es inteligente, ho- nesta. Habla desde su experiencia. No intenta robarle la vida a nadie para escribir. Su mundo, el mundo de su mamá, de sus hermanos, de su infancia, de su juventud y la pros- titución; de su cuerpo, su silicona. Me recuerda mucho a Sharon Olds. Su escritura es como una peque- ña bomba. Detona en quien la lee. Hace una economía de lenguaje ad- mirable. Es dulce. Yo le digo la tra- vesti más transparente”. El 19 de abril de 2021, Claudia dijo: "Una de las cosas hermosas que tenemos las travestis es besar. Abrazar. También el humor y las risas (...). La vida pasa por encima de nosotras con pocas posibilidades de que podamos decidir, pero ahí están los besos, los abrazos y la ternura de la que aún no hemos escrito". ¿La ocasión? El lanza- miento virtual del libro Me arde , de Mara Rita. Otra de las invitadas a la cita fue Camila Sosa. Ese día, ella preparó un texto llamado, precisamente, Besitos o el terror del mundo . Lo leyó frente a la cámara de su computador, pero pare- cía hacerlo sobre un escenario: “Tienes que abrir más la boca, me dices. Cómo explicarlo, que cada vez que doy un beso trato que sea peque- ñito. Pequeñito por el miedo de dejar el hambre de infinitos millones de besitos que tengo guardados dentro de mí. Temo que si abro un poquito más la boca, me devoraría al mundo por completo y todo lo que esté cerca en menos de un segundo. Créeme, tienes que creerme. Temo que me lo devoraría todo, créeme, todo. Y aún así tendría hambre de infinitos mi- llones de besitos. Por suerte para el mundo y lo que esté cerca, solo un beso tuyo me saciaría por completo y me dejaría solo con hambre de ti y nada más, que te quede claro. Pero todo esto contigo es casi imposible. Por eso aún el mundo y lo que está cerca, me temen”. Y con aquel final, el silencio se ex- tendió durante varios segundos. "(Hay) un montón de aprovechadas y aprovechados diciendo lo que hay que oír en la era del pink washing , usurpando las experiencias travestis de otras generaciones en nombre de un colectivo que es capaz de dar mucho más de lo que hasta ahora está dando”. 31

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=