Palabra Pública N°21 2021 - Universidad de Chile

EDITORIAL perior basado en individuos que se endeudan para obtener un título. Otro: desestimar la salud comunitaria de atención primaria en los territorios para enfatizar la atención terciaria en clínicas y hospitales. Otro: promover un sistema previsional incapaz de venir en ayuda de la ciudadanía en una contingencia como la que estamos viviendo. Tarde o temprano, la mercantilización de funciones tales como la salud, la educación, la ciencia, la universidad, el deporte e incluso el arte, ha de entrar en confrontación tan profunda como explícita con las tradiciones que les han dado sentido e identidad a esas funciones. La decisión que un individuo toma en el sentido de vacunarse o no, no tiene implicancias solo para él. Es una resolución que repercute en la sociedad de la cual él es parte. Esa decisión más vale que la tome con la mayor racionalidad y conocimiento de causa posible. Esto nos lleva a otro punto crucial que la pandemia devela: la información que recibe la ciudadanía y la for- ma de interactuar entre la política, que debería dar explicaciones fundadas de sus actos, y la so- ciedad, que debería poder distinguir entre una propuesta populista y una propuesta responsa- ble. Es muy distinta la política cuando se tiene una ciudadanía bien informada. Son notables los esfuerzos hechos desde las universidades para aportar datos objetivos a las autoridades. Estos deben ser comunica- dos de modo de contribuir a un intercambio de ideas racional. La recomendación de va- cunarse y la aprobación de una determinada vacuna se cimientan en ese largo camino que la humanidad emprendió hace varios siglos, y que llamamos ciencia. Tiene que ver con los factores que, en cualquier disciplina, determi- nan una toma de decisión fundamentada, en el entendido de que cualquier materia a ser decidida conlleva riesgos por acción y por omisión, y que la recomendación que la au- toridad haga habrá de haber sopesado tal bi- furcación. Resulta pertinente recordar que la necesidad de contar con una ciudadanía bien informada está en la base de nuestro esfuerzo por reinstalar un canal de televisión de la Uni- versidad de Chile. Tuvimos por más de cien años un centro productor de vacunas. En otro ejemplo insupe- rable de reduccionismo y simplificación propios del exceso ideológico, ese centro fue desmante- lado bajo el argumento de que era más barato comprar las vacunas en el extranjero. Hemos propuesto volver a tener un centro productor de vacunas. Podemos desarrollarlo en Carén, donde en estos días se inauguran dos centros tecnológicos, uno de la construcción y otro de los alimentos, los que también se fundamentan en la convergencia de la academia, el Estado, la empresa y entes internacionales. Debemos fortalecer la presencia de la ciencia chilena en el concierto de la ciencia mundial. Entender que hay pocas decisiones estratégicas políticas más relevantes que las concernientes al desarrollo de ciencia y tec- nología vinculadas a nuestras universidades. Nunca resignarnos a una supuesta división mundial del trabajo en la que solo nos corres- pondería administrar una economía extracti- va y exportadora. Así, otra gran lección que nos deja la pandemia es avanzar a constituir- nos en una sociedad de conocimiento y lograr un cambio en nuestra matriz productiva. La pandemia encontró un país en medio de una crisis y obligado a reflexionar sobre los principios en que se había basado por déca- das su modelo de sociedad. Nos ha traído un lente de aumento que nos ha permitido ver magnificadas las consecuencias de imponer dogmáticamente reglas de mercado en educa- ción, salud y en las más diversas áreas de la vida nacional que, las más de las veces, amena- zaron con afectar profundamente sus sentidos y valores. Hoy habremos de reconstruir estos ámbitos reinstalando cuestiones tan básicas como la cohesión nacional, la primacía de la colaboración por sobre la competencia o que la suerte de cada uno está inevitablemente vin- culada a la de la sociedad en su conjunto. 2

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