Palabra Pública N°20 2021 - Universidad de Chile

Por un lado, la situación actual viene de un contexto en que ya se estaban usando prácticas difícilmente legales de de- tenciones exprés, interrogatorios por parte de la Seguridad del Estado e imposición de multas sobre la base de muy du- dosos fundamentos legales contra personas no sólo “disiden- tes”, sino también contra aquellos con perfil crítico pero sin causa jurídica alguna contra sí. Ahora, además, se han reitera- do prácticas abiertamente ilegales de control de movimientos (arrestos domiciliarios a personas sobre las que no pesa causa pendiente) y de privación de comunicaciones (retirada selec- tiva de los datos móviles a personas específicas del servicio de telefonía y acceso a internet). Lo antes dicho ha ocurrido lo mismo con personas relacionadas con el Movimiento San Isidro como relacionadas con el 27N. También ha existido, en parte, cooptación estatal de iniciativas autónomas de izquierdas, básicamente juveniles, como lo ocurrido con la cobertura mediática realizada so- bre la “Tángana” del Parque Trillo. Asimismo, se han reali- zado reuniones con público selectivo —con invitaciones “a dedo”—para tener encuentros con las autoridades culturales del país y afirmar que así se continúa el diálogo prometido el 27N (mientras tanto, no es raro que varias de las interven- ciones producidas en ese tipo de encuentros hayan mostra- do agendas en común con el 27N). Además, han ocurrido intentos de “asesinatos de reputación” en los medios estata- les contra personas con perfil crítico, a las que se acusa sin prueba alguna ni derecho a réplica de estar subordinados a agendas externas de subversión contra Cuba. Todo esto es “más de lo mismo”. Sin embargo, también hay novedades. Instituciones ofi- ciales, como las secciones de la UNEAC y de la AHS de la Isla de la Juventud, intervinieron en el debate con una ima- ginación muy diferente a la que usaron los medios estatales para impugnar todo lo relacionado con el 27N. Iniciativas de izquierda, como el proyecto LaTizza, se opusieron a permitir “que la espontánea iniciativa de un grupo de compañeros sea secuestrada por los temerosos custodios de una fe que con- sideran feudo…” y convocaron espacios de reflexión sobre la democracia socialista en instituciones oficiales —como el Instituto Juan Marinello, un viejo bastión del pensamiento crítico dentro del país— Organizaciones de la sociedad civil cubana reconocidas por el Estado, como el Centro Martin Luther King Jr., declararon a favor de la necesidad del “diá- logo enfocado en el bienestar colectivo, en la inclusión, en la cooperación, para recrear un proyecto de justicia, equidad, paz, dignidad y libertad.” A la vez, están naciendo nuevos proyectos de articulación ciudadana, como “Articulación Plebeya”, comprometidos con la soberanía nacional a la vez que con la democracia política, social y cultural para Cuba, al tiempo que se multiplican cartas y declaraciones sobre la actual situación, que con diversos perfiles ideológicos, movi- lizan opinión y alianzas (entre ellas, cartas de residentes en el exterior, cartas de académicos, declaraciones de feministas, etcétera). En todo esto, hay novedades. Para mí, lo más nuevo que estamos viviendo es que la política —entendida como demanda por crear el orden y no sólo como el hecho de participar del existente— ha irrumpi- do en Cuba de modos que resultan para muchos no acostum- brados. Esos modos también “han llegado para quedarse”. —En esa línea, ¿por qué valores esenciales como los que contiene la libertad de expresión pueden estar reñi- dos con la revolución? ¿Acaso las izquierdas no deben ser esencial e irreductiblemente libertarias? Permíteme repetir algo que escribí al día siguiente de esa noche frente al MINCULT: “Este país, y el país de anoche, Manifestación del 27N, Ministerio de Cultura de Cuba, La Habana. Gabriel Guerra Biancini 73

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