Palabra Pública N°20 2021 - Universidad de Chile

para obras expresivas es recurriendo al Estado. Por suerte el mundo cultural chileno no está secuestrado por este gobierno o por el conservadurismo concertacionista. Pero sí por la burocracia y la estupidez. —¿Qué crees que debería tenerse en cuenta al mo- mento de integrar la cultura en la nueva Constitución? Una discusión crucial será cómo nos ponemos de acuerdo para exigir —y ejercer— nuestros derechos cul- turales. El arte necesita recursos. Pero no es un negocio. Incluso si se hace dinero con él. Cambiar ese paradigma sería un triunfo. Y nuestra única posibilidad de futuro. —Hay representantes del mundo cultural que bus- can ser constituyentes. ¿Qué papel deberían tener en este proceso político? Creo que tienen que estar presentes. Pero no como rostros. Tiene que estar presente el tejido de la cultura y las artes. Por mi distrito, apoyo a Andrea Gutiérrez, dra- maturga y actriz, expresidenta de Sidarte. Por su trabajo en redes, con la base y en pos de los derechos culturales. La convención no puede ser una kermés de famosos con buenas intenciones. El trabajo en red lo es todo. —Fuiste parte de cabildos y asambleas tras el esta- llido. ¿Eres optimista frente al proceso constituyente? Escribiste en Palabra Pública que el horror sería “vol- ver a la normalidad”. No creo haber sido optimista cuando escribí esa frase. Y no lo soy ahora. Creo que el acuerdo del 15 de noviem- bre fue una manera de ahogar esos cabildos y asambleas que surgieron después del 18 de octubre. El mismo 15, en la madrugada, pensé que era un error. ¿Una asamblea con otro nombre, con las reglas de los partidos? Leer los nombres que se proponían para esa asamblea hoy produce ternura por la ingenuidad. El acuerdo fue agüita para el sistema y el establishment . Ojalá estemos atentos y presio- nemos para, sea como sea esa asamblea, no volvamos a esa normalidad de mierda que teníamos. *** En 1989, mucho antes de publicar novelas y de ganar reconocimientos como escritor —obtuvo el Premio Juan Rulfo de Cuento en 1998, fue finalista del Premio Herral- de con El libro rojo de la Historia de Chile (2015) y recibió el Premio Revista de Libros de El Mercurio en 2012 con Fotos de Laura —, Marcelo Leonart cursó dos años en la Escuela de Teatro de la UC, donde conoció al dramaturgo Egon Wolff, que además de guiarlo en la creación de su primera obra, No salgas esta noche (1991), se convirtió en uno de sus mentores. A ambos los une un teatro política- mente consciente, atento a las desigualdades, conflictos e injusticias de la sociedad en que les tocó vivir. De ahí que la prensa lo describa como uno de los creadores más comprometidos del teatro y la literatura actuales: “Nadie se ha preocupado como Marcelo Leonart en dar cuenta del agitado ánimo social de hoy”, escribió hace unos años el periodista Roberto Careaga. En su último trabajo, Tú no eres, hermana, un conejo corriendo desesperado por el campo chileno , presentado en la última Muestra de Dramaturgia Nacional, aborda la diferencia de clases y de género en Chile a partir del en- cuentro de dos personajes femeninos de épocas distintas. “En la obra, una mujer en crisis del siglo XXI viaja al siglo XIX a contener a otra mujer que está viviendo un hecho traumático —detalla el dramaturgo—. No es casual el en- cuentro de esas mujeres. Pero, más allá del género, en la obra es importantísimo el tema de la clase. Adelaida, la mujer del siglo XIX, para reafirmar su propia identidad y su propia crisis, se cree en condiciones de consolar a alguien que está mucho peor que ella. ¿Y quién está peor que un peón del siglo XIX en el campo chileno? La res- puesta era obvia. Una mujer. Una sirvienta, casi una escla- va, que ha osado rebelarse ante el patrón”. La idea era “visitar el siglo XIX desde una perspectiva actual: un mundo en una crisis profunda, pero también de una profunda emancipación”, explica el director, que con sus proyectos personales y con los que ha desarrollado con La Pieza Oscura —compañía que formó hace casi veinte años junto a su pareja, la escritora, dramaturga y actriz Nona Fernández—, se ha dedicado a escarbar en zonas oscuras del pasado y el presente usando, muchas veces, el humor negro como arma. El taller (2012), por ejemplo, está inspirada en los talleres literarios de la agente de la DINA Mariana Callejas, y en la delirante Noche mapuche (2017) aborda el clasismo, el racismo y la invasión a los pueblos originarios a través de una puesta en escena des- bordante y corrosiva. “El escándalo no por escándalo, sino como provocación, como proyecto político”, escribió la escritora Andrea Jeftanovic sobre la obra. —Nona Fernández ha dicho que Noche mapuche siempre terminaba atrapando la contingencia, que “Por suerte el mundo cultural chileno no está secuestrado por este gobierno o por el conservadurismo concertacionista. Pero sí por la burocracia y la estupidez”. 42

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