Palabra Pública N°19 2020 - Universidad de Chile

para modificar la estructura productiva. ¿Qué sabemos de los casos que han sido relativamente similares a Chile y han logrado un despliegue de nuevas capacidades productivas y de diversificación exportadora? Un típico caso es Corea del Sur, pero más interesante me parece Finlandia, porque lo hicieron en democracia y con una matriz exportadora, en 1950, muy similar a la chilena: exportaban cobre y celu- losa y el PIB per cápita era prácticamente igual al nuestro. Los finlandeses hicieron dos tipos de política. La prime- ra, generar encadenamientos productivos para diversificar las exportaciones a partir de los recursos naturales, no sólo desde las empresas públicas, sino también vía alianzas con los grandes conglomerados, con subsidios condicionados a que pudieran establecer esos encadenamientos productivos. Ese fue un periodo para diversificarse en torno los recur- sos naturales, lo que genera límites. La segunda, en los 70, fue que el Estado creó un conjunto de instituciones para la innovación, con espacios donde sentaban a discutir a sin- dicatos, gremios, el Estado y la sociedad civil para pensar la política de desarrollo a 30 años. Y lo que se decidió fue dar un salto a invertir en sectores electrónicos y de teleco- municaciones. Ahí, por ejemplo, Nokia pasó de producir celulosa a los celulares que conocimos. Y dar subsidios a exportaciones sujetos a que los grandes conglomerados hi- cieran proyectos de innovación con instituciones públicas locales e incluyendo a la pequeña y mediana empresa. Así se fue formando un tejido productivo. Esto fue posible al complementarlo con la educación pública, gratuita y de ca- lidad, el 67, y una reforma tributaria progresiva. —¿Y cómo introducir la mirada de largo plazo en esas grandes empresas? ¿Participación pública en las juntas directivas? ¿De los sindicatos? Políticamente es, por supuesto, muy complejo, pero es urgente cierto nivel de participación pública en estos con- glomerados. Finlandia, por ejemplo, tiene pocas empre- sas estatales, pero tiene un holding financiero público que controla alrededor de 17 de las 20 empresas más grandes de Finlandia. Son empresas privadas, pero el Estado tiene mayoría accionaria, eso permite que haya una racionalidad pública a la hora de determinar las inversiones. No implica la estatización, son actores que están en el mercado y la competencia, pero su cálculo es más de largo plazo. Esto que Keynes llamaba socialización de la inversión, pero vía el sector financiero, es políticamente muy difícil, pero abre una puerta para cierto control de hacia dónde va la inver- sión de estos grandes conglomerados, que permita, por ejemplo, diversificar hacia sectores productivos y no sólo aprovechar monopolios internos. —Es difícil imaginar la viabilidad de una estrategia de diversificación en un solo país. ¿Qué papel le asignas a la integración regional? La integración es fundamental, no porque la sugerencia que yo hago implique sustitución de importaciones, no, no, es integrarnos de otra forma al comercio internacional. Imaginemos que ya no queremos sólo hacer duraznos en almíbar, sino maquinaria para su producción. No vamos a encontrar mercados para eso en Estados Unidos, China ni la Unión Europea. ¿Con qué país tenemos la canasta diver- sificada más grande? Con Bolivia. Entonces la pregunta es qué mercado vamos a estimular, y ahí yo creo que debe ser el latinoamericano. Eso abre otro conjunto de problemas, porque un proyecto de integración implica una tensión con Estados Unidos, por los acuerdos comerciales que se firmaron durante los gobiernos de la Concertación. —Otra tensión es con el medio ambiente. ¿Cómo se concilia desarrollo y medio ambiente? Creo que hay cierta confusión. Se habla de desarrollis- mo desde fines de los noventa, pero ese régimen fue extrac- tivista, el Estado tuvo un rol redistributivo, pero no mo- dificó las estructuras productivas. Para mí, eso no fue un proceso de desarrollo, sino un típico caso de crecimiento periférico. Desarrollo no es crecer cuantitativamente, es un cambio cualitativo; pasar de una estructura productiva que se especializa en sectores intensivos en recursos naturales y explotados por una fuerza laboral de baja cualificación, a sectores intensivos en conocimiento y explotados por una fuerza laboral de alta cualificación. El desarrollo no implica necesariamente un crecimiento cuantitativo de la produc- ción, sí de la torta, eso es verdad, porque pasar de un sector extractivo a uno intensivo en conocimiento crea más rique- za, pero este tipo de transformación productiva hace que unos sectores crezcan y otros decrezcan, y si se integra con las energías renovables, se puede conjugar con la sostenibi- lidad medioambiental. JOSÉ MIGUEL AHUMADA es doctor en Estudios del Desarrollo de la Univer- sidad de Cambridge, Reino Unido, y profesor asistente del Instituto de Estu- dios Internacionales de la Universidad de Chile. Es coordinador académico Magíster en Desarrollo y Cooperación Internacional de la misma casa de estudios y autor del libro The political economy of peripheral growth: Chile in the global economy (2019). “Desarrollo no es crecer cuantitativamente, es un cambio cualitativo; pasar de una estructura productiva que se especializa en sectores intensivos en recursos naturales y explotados por una fuerza laboral de baja cualificación, a sectores intensivos en conocimiento y explotados por una fuerza laboral de alta cualificación”. 15

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