Palabra Pública N°17 2020 - Universidad de Chile

los riesgos que esto implica. Como psiquiatra, ¿cómo explica esta disparidad de acciones frente a un mismo contexto no sólo nacional, sino global? Así es el ser humano y por eso la salud mental es tan importante, pues tiene que ver con las conductas de las personas, tanto las conductas irresponsables, como no respetar las instrucciones de la autoridad, como las solidarias. Yo creo que en esta pandemia se han revelado nuestras debilidades como una sociedad que ha fomentado el individua- lismo extremo y la falta de empatía con los otros. Quizás esta es la oportunidad para que los medios fomenten la solidaridad, la ayuda mutua, y resalten tantas muestras de colaboración y empatía. Esta pandemia requiere que la enfrentemos de manera colectiva y colaborativa. —El gobierno, las instituciones y el sistema en general habían sido cuestiona- dos en nuestro país tras el estallido social del 18 de octubre. ¿Qué cree que ocurrirá con la confianza en las instituciones una vez que haya pasado la emergencia sanita- ria y puedan retomarse las discusiones políticas en la sociedad chilena? Todas las instituciones estaban cuestionadas antes del estallido social. Yo echo de menos la reflexión más profunda sobre la sociedad que queremos post Covid-19. Esta pandemia no sólo tiene implicancias sanitarias, y extraño propuestas que involucren no sólo al sistema de salud, su funcionamiento y financiamiento, sino también nues- tras formas de convivencia, nuestras libertades, nuestro sistema de protección social. Si el estallido social cuestionaba nuestro orden, la pandemia lo desordenó completa- mente, y no he escuchado voces que apunten a cómo reordenarlo. —Muchas personas ya van a cumplir dos meses en zonas en cuarentena y res- petando medidas estrictas de distanciamiento social. Como especialista, ¿cuáles son sus recomendaciones para mantener la salud mental frente a decisiones que restringen la libertad y que detienen la vida cotidiana de las personas? El tema de la salud mental debiese ser muy prioritario. El país ya tenía una deuda con la salud mental de los chilenos antes del estallido social y en ese proceso se eviden- ció que era una demanda importante. La sintomatología ansiosa y depresiva aumenta en situaciones como esta, en que tenemos un enemigo poderoso que puede terminar con nuestras vidas y nadie puede entregar certezas. La incertidumbre respecto al desa- rrollo de la pandemia y al desarrollo de nuestras vidas posterior a ella es muy grande y ello genera angustia. En situación de confinamiento hay que mantener las rutinas, organizar actividades para el grupo, usar las tecnologías para comunicarse con seres queridos que estén a la distancia, evitar el consumo excesivo de alcohol y las situacio- nes que puedan generar violencia entre las personas. Obviamente, para quienes viven en espacios pequeños es muy difícil, más aún si deben cuidar niños de distintas edades, ayudar a estos en sus deberes escolares y realizar teletrabajo. La Universidad de Chile elaboró una propuesta que fue presentada en la Mesa Social Covid-19 por nuestro rector. En el documento se plantea que el tema de la salud mental debe ser abordado intersectorialmente y que es necesario generar estrategias específicas para las distintas poblaciones: mujeres, niños y adolescentes, adultos mayores, personas privadas de li- bertad, entre otras. “La salud pública chilena es fuerte, atiende al 80% de nuestra población y las políticas de salud pública comprometen a la red pública y privada, pero hace falta discutir las lógicas de funcionamiento de ambas. Es muy difícil la convivencia de dos sistemas que trabajan demanera diametralmente distinta”. 30

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