Palabra Pública N°17 2020 - Universidad de Chile

“La crisis del individualismo atraviesa el cuerpo, las creencias y las prácticas, reportándonos a la necesidad de una conexión que vaya más allá de la competencia, a una subjetividad en donde reconocernos como seres ‘socio-naturales’ en un lugar común”. 13 SONIA PÉREZ TELLO Académica del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile Investigadora del Programa de Reducción de Riesgos y Desastres - CITRID ponen en crisis la confianza y el sen- tido de pertenencia a un sistema so- cial. El miedo a enfermar puede ser tan grande en Chile como el miedo a no ser protegido cuando ello ocurra. Al mismo tiempo, la incertidumbre respecto al límite temporal que tendrá la emergencia convive con lo incierto que resulta el futuro del país en un proceso constituyente o el lugar social que ocuparemos en la sociedad que se construya. Estos miedos se susten- tan en la desconfianza de las personas respecto a las instituciones, instalada ya por décadas en el seno de nuestra experiencia social. En dirección com- plementaria, la desconfianza amenaza con crecer entre las mismas personas, lamentablemente, a raíz del persistente disciplinamiento que han desplegado los medios de comunicación, desde donde se nos ha enseñado a temer al vecino. El saqueador de supermerca- dos de octubre es presentado ahora como el acaparador en cuarentena en los mismos supermercados; el evasor, el violento callejero, es evocado hoy en el inconsciente como un portador del virus que camina por las calles. En ambos, la indisciplina es motivo de desconfianza, por tanto, fuente de miedo y, en consecuencia, una amenaza que debe ser controlada. El control del contagio ha perdido im- portancia en servicio del control so- cial, lo que claramente no contribuye al sentido de tejido social que es tan relevante construir en estos momen- tos. Reconstruir las confianzas socia- les que sustenten el desarrollo social y humano es una tarea de validación y reconocimiento de las capacidades sociales que se han puesto en juego tanto para hacer frente a esta amenaza sanitaria como a otras, de otro tipo, que se han vivido previamente. La crisis de confianza no puede abor- darse sólo a través del control social, sino que debe considerarse, además, la protección, lo que implica, entre otras cosas, la regulación de abusos laborales y la especulación de los pre- cios en bienes y servicios, por mencio- nar algunos. 4. Que la vulnerabilidad es mayor cuando más individualismo hay en el sistema social . La expe- riencia subjetiva de vulnerabilidad impacta incluso psicológicamente cuando seguimos pensando, casi de manera automática, que los proble- mas se resuelven a través del esfuerzo individual. Un país como el nuestro, que vive acostumbrado a evaluar sus éxitos y fracasos según la capacidad competitiva y el mérito con que se gana un beneficio, entra en crisis al ver que la vida de unos depende del cuidado de otros, que la subsistencia aislada requiere del contacto físico, que la sobrevivencia precisa de respeto mutuo y responsabilidad compartida. Aprendimos a sentirnos vulnerables no cuando somos vulnerados en nues- tros derechos, sino cuando no somos capaces de aguantar la vida que nos tocó. Por fortuna, hay unos pocos momentos en la historia, como el que estamos viviendo en cuarentena, que nos enseñan que la vulnerabilidad no podemos enfrentarla solos. Tal vez esta sea la crisis más beneficiosa: la crisis del individualismo atraviesa el cuerpo, las creencias y las prácticas, reportán- donos a la necesidad de una conexión que vaya más allá de la competencia, a una subjetividad en donde reconocer- nos como seres “socio-naturales” en un lugar común. Hoy, hasta el individua- lismo siente miedo de quedar solo. En suma, la situación de Chile ante el virus no presenta los mismos desafíos que en otros países, pues no es un problema exclusivamente sani- tario. Se requiere una plataforma de estrategias integradas a nivel social y económico que garantice la supresión de las desigualdades en la exposición a la amenaza sanitaria, que distribuya equitativamente las herramientas de prevención y protección, y que sea ga- rante de los derechos humanos. El modelo de sociedad, tal como lo hemos venido experimentando, con pilares de inequidad, injusticia, desar- ticulación, desconfianza, miedo, vul- nerabilidades, individualismo, muestra su crisis ante la emergencia sanitaria del Covid-19, un virus que vino a in- terpelar con fuerza la sustentabilidad y la dignidad con que lo enfrentamos. El virus podrá ser controlado, pero luego de su paso nuestra sociedad ya no pue- de –ni debe– ser la misma de antes.

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