Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile

D esde hace años que a Pedro Maldo- nado le gusta llevar del laboratorio a la calle la conversación sobre el cerebro humano. “Hay preguntas increíbles que uno también quiere saber y muchos mitos, por supues- to. Y en un momento pensé que yo tenía material para contarlo”, cuenta sobre el origen de Por qué tenemos el cerebro en la cabeza (Debate), libro que lanzó a fines de agosto, y que gira alrededor de esta máquina biológica sobre la que la ciencia avanza espe- rando lograr la gran revolución: conocer cómo funciona y lograr su manipulación. Hasta aquí, aún sabemos poco sobre este órgano que posee cerca de 100 mil millones de neuronas y un número astronómico de co- nexiones. “Conocemos menos del 15 por ciento”, dice Maldonado, doctor en Fisiología de la Univer- sidad de Pensilvania, director del Departamento de Neurociencias de la Facultad de Medicina e in- vestigador del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica (BNI). Sobre sus inicios en la ciencia, cuenta: “Entré a estudiar Biología el año 78 porque quería seguir a Jac- ques Cousteau”. A la larga no tomó el camino de la biología marina, sino el de la fisiología del sistema nervioso. Así llegó al laboratorio de Epistemología experimental de Humberto Maturana y Francisco Varela: su tesis de ma- gister, titulada “El sistema frontal y lateral de los pájaros” —un estudio conductual sobre la retina de los pájaros—, fue el último trabajo publicado en conjunto por ambos. —Ser neurocientífico y haber estado en el labo- ratorio con Maturana y Varela es, a estas alturas, algo bastante histórico. ¿Cómo fue estar ahí? Fue increíble. Ambos eran personas extremada- mente brillantes y complementarias: Francisco era riguroso, muy hábil tomando ideas y concretándolas; Humberto es más brillante proponiendo ideas nuevas. Y como en esa época había repoca plata, pasamos mu- cho tiempo discutiendo frente a la pizarra, lo que fue un entrenamiento teórico muy fuerte, durante el que aparecieron ideas de ellos dos que todavía son muy vigentes, y que quizá recién ahora se están tomando más en serio en el mundo de la neurociencia. —Conocer el cerebro es un desafío impostergable para la humanidad. El Proyecto BRAIN (Brain Research Through Advan- cing Innovative Neurotechno- logies), en el que el gobierno de Estados Unidos está invirtiendo 6 mil millones de dólares, es una muestra de eso. ¿Cómo ve los avances de esta iniciativa? BRAIN está diseñado para crear tecnología que permita mirar el cerebro completo de un humano en tiempo real. Actualmente son muy pobres las técnicas que tene- mos en neurociencia para hacer eso. El problema es que, en ciencia, la tecnología es una herramienta, no una explicación. La aproxima- ción de BRAIN va en una buena dirección, pero por sí solo no va a explicar nada. —Pese a lo poco que se conoce del cerebro, Rafael Yuste, director de BRAIN, y un grupo de neurocien- tíficos firmaron hace unos años una declaración en la revista Nature en la que hablaban sobre neurodere- chos, alertando sobre el riesgo inminente al que están expuestas nuestras mentes. ¿Cuál es su opinión? La neurociencia en la última década ha traído muchos avances importantes que pueden empezar a 36

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