Palabra Pública N°15 2019 - Universidad de Chile

cha afirmación no podría estar más alejada de la realidad: basta escuchar los testimonios de activistas de la época y analizar cómo en el régimen de Pinochet se reforzaron cues- tiones esenciales para el orden patriarcal y heteronormativo, a saber, el rol social de la mujer ligado al espacio doméstico y el rol masculino de fortaleza, virilidad y lideraz- go, cuestiones que encarnaban muy bien Augusto Pinochet y Lucía Hiriart como ma- trimonio insigne del modelo cultural de la familia chilena. No había espacio para las disidencias sexuales, que sufrie- ron la persecución y la obligación de habitar ocultes en los márgenes de la sociedad. Los activis- tas de la diversidad y disidencia sexual que vivieron en esa época han aportado relatos que apuntan a lo mismo: los mi- litares cometieron actos de humilla- ción, violencia e incluso asesinatos contra quienes según su apariencia mostra- ban una orientación sexual o identidad de género diversa, viéndose afectadas de forma más brutal la población trans/travesti y to- des quienes desafiaran de forma más visible la heteronorma y los roles de género. Al igual que la militancia política, la orienta- ción sexual y la identidad de género eran motivos para agravar los castigos y abusos que se daban en las cárceles. Otro ejemplo claro de la violación a los derechos humanos de la población LGB- TIQ+ en dictadura es lo ocurrido con la crisis del VIH/SIDA en el país: en 1984 falleció la primera persona notificada con el virus en Chile, hecho que fue titulado por La Tercera como: “Murió paciente del cáncer gay chile- “La forma en que hemos afrontado la memoria y las violaciones a los derechos humanos ha sido clave para construir la frágil democracia que hay en Chile”. Fotografía Archivos Vicaría de la Solidaridad. Gentileza MMDH. no”. Esta situación fue tratada con la misma irresponsabilidad del titular por el Estado y la junta militar, haciendo omisión de una pro- blemática que más de treinta años después nos sitúa como uno de los diez países en el mundo donde más aumenta el virus. Por todo lo anterior, en esta conme- moración también es necesario visibilizar cómo resistieron y sobrevivieron durante ese período oscuro las disidencias sexuales y las organizaciones feministas, partiendo por recabar información de forma sistemática respecto de los crímenes cometidos. Este asunto —como también la invisibilización de la violencia política y sexual que vivieron muchas mujeres, cuestión que queda en evi- dencia con la reciente venta del excentro de tortura “La Venda Sexy”— debería ser asu- mida como una deuda por parte del Estado y las organizaciones de DDHH. Ya que la violencia, la discriminación y la exclusión que viven las disidencias sexua- les persiste hasta hoy, es urgente tomar me- didas de reparación histórica que se orien- ten hacia la inclusión y el otorgamiento de plenos derechos hacia estas comunidades. Por ejemplo, a través de una Ley de Educa- ción Sexual Integral con perspectiva en las diversas orientaciones, identidades y expre- siones de género; una Ley Integral Trans que incluya medidas de reparación hacia las per- sonas que han vivido violaciones a sus de- rechos en dictadura y en democracia, como también garantías de acceso a salud, trabajo y educación. Sólo así podemos ir saldando las profun- das deudas que tenemos como sociedad con las mujeres y disidencias sexuales. Sólo así construiremos un país menos excluyente y una verdadera democracia. 34

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