Palabra Pública N°14 2019 - Universidad de Chile

S i bien es conocido como uno de los poetas chilenos más importan- tes del siglo XX y uno de los autores más destacados de la Generación del 50, Enrique Lihn se negó siempre a ser encasillado en una sola disciplina. Crítico literario, ensayista, cuentista, dramaturgo, dibujante y profesor; te- nía sólo 13 años cuando ingresó a la Escuela de Bellas Artes de la Universi- dad de Chile, pero nunca terminó sus estudios. A los 20 años publicó su pri- mer poemario, Nada se escurre (1949), y durante esos años participó en revis- tas como Cormorán y el diario mural El Quebrantahuesos, en el que, junto a Alejandro Jodorowsky, Nicanor Pa- rra y Luis Oyarzún, entre otros, inter- venían el espacio público con collages creados a partir de recortes de diarios. Su relación con la Universidad de Chile comenzó de manera tempra- na: en 1952 colaboró por primera vez en la Revista Anales con un artículo titulado “Introducción a la poesía de Nicanor Parra”, con el que además se convirtió en uno de los primeros en comentar la obra del antipoeta. En 1955 participó en un concurso de poe- sía organizado por la institución, en el que conoció a Jorge Tellier y obtuvo el tercer lugar. En 1966, colaboró nueva- mente en Anales con el artículo “De- finición de un poeta”, manifiesto en el que arremetió contra los jóvenes que “desearían que todo fuese tan claro en poesía como para cantarlo con acom- pañamiento de guitarra”. En 1965 ganó una beca de la Unes- co que le permitió viajar a París y un añomás tarde se adjudicaría el Premio Casa de Las Américas, que lo llevó a radicarse en Cuba. Volvería a Chile años más tarde desencantado de la re- volución tras defender públicamente HISTORIA DE CHILE ENRIQUE LIHN 1 9 2 9 - 1 9 8 8 Texto: Florencia La Mura y Sofía Brinck Fuentes: Vistas parciales, Adriana Valdés. Palinodia, 2008. El otro Lihn: En torno a la práctica cultural de Enrique Lihn, Óscar D. Sarmiento. University Press of America, 2001. “Enrique Lihn: Santiago, París, Manhattan”, Adriana Valdés. Revista Chilena de Literatura, 2008. a su amigo Heberto Padilla, escritor acusado de traición. Ya era un poeta reconocido cuan- do en 1972 fue invitado a participar en el Centro de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, iniciativa pionera que desde la década anterior incentivaba la formación humanista de los estu- diantes de ingeniería. Con sus clases buscaba “inquietar a los estudiantes por problemas humanos, por la crea- ción”, recuerda Felipe Alliende, escri- tor y también profesor del centro en el libro El otro Lihn, de Óscar Sarmien- to. “Trabajaba todo el día, vivía para ello. No tenía otra ocupación que su quehacer poético cultural”. Sin forma- ción pedagógica, Lihn no pensaba sus clases de una manera ortodoxa, pero su ingenio hacía que sus alumnos re- flexionaran y se conmovieran a partir de sus cavilaciones. Por el después llamado Depar- tamento de Estudios Humanísticos (DH) pasaron los filósofos y poetas más importantes de aquellas décadas. Lihn trabajó codo a codo con su amigo Nicanor Parra, Jorge Guzmán y Ro- nald Kay, entre otros, y tras de años de labor como docente recibiría más tar- de el diploma de profesor titular de la Universidad de Chile. Sería su centro de operaciones por el resto de su vida, con interrupciones por un viaje a Fran- cia tras ser invitado por el gobierno de ese país y una estancia en Nueva York luego de ganarse la Beca Guuggen- heim en 1978, experiencia que daría origen al libro Apartir deManhattan. Enrique Lihn murió de cáncer en 1988. En su velatorio en la sede del DH, en la calle Ejército, no hubo sacer- dotes ni ceremonias tradicionales. La escritora Adriana Valdés recuerda en su libro Vistas parciales que Nicanor Parra dio inicio a una ronda de lec- tura de poemas de Lihn, seguido por su sobrino Cristián Warnken y más tarde ella misma. Sin embargo, nunca recordaría el momento con claridad, y escribiría: “ante la mudez del féretro, la mudez del murmullo de las voces que decían sus palabras me resultó para siempre inolvidable”. LA CHILE EN LA Fundación Enrique Lihn