Palabra Pública N°14 2019 - Universidad de Chile

La escritora, académica y Premio Nacional de Literatura 2018 —autora de novelas como Lumpérica (1983) y Sumar (2018)— considera la escritura un desacato: en una época en que las obligaciones cotidianas y otras exigencias agobian a los individuos, la literatura vale como una rebelión contra el tiempo de la productividad. Poco antes de partir a Nueva York, donde hace clases, Eltit habla sobre la desarticulación de la educación pública, la crisis del Instituto Nacional y, de paso, arremete contra la categoría “literatura de mujeres”: “el horizonte tiene que estar en democratizar la letra, no los cuerpos de los autores”, asegura. —H as dicho que escribir fue una forma de salvataje durante la dictadura. ¿Qué significa para ti escribir hoy? —La escritura es un espacio de libertad. Todas las orde- nanzas sociales, que van desde lo familiar hasta lo laboral, son una suma de obligaciones. La literatura, en cambio, es una decisión que tú tomas: podrías escribir o no escribir. Y una vez que escribes, entras a un “espacio otro”, a uno de los pocos lugares donde puedes decidir. No es que la escritura te lleve a una vida más feliz, eso sería inexacto. Más bien pienso que las vidas están bastante pauteadas y que el sujeto llega al mundo para cumplir con una cantidad de obligaciones, sobre todo desde la instalación del capi- talismo de manera más clara en el siglo XVIII. El sistema no está interesado en absoluto en la escritura literaria. El mundo no está pensado para que escribas literatura. Por lo mismo, la literatura es una insurrección al sistema. Y es también un juego con el tiempo. Tienes que sacarle tiempo al tiempo. A un tiempo que está pactado en obligaciones. POR JENNIFER ABATE Y EVELYN ERLIJ FOTOS: ALEJANDRA FUENZALIDA LA INSURRECCIÓN de Diamela Eltit —El mundo editorial está más institucionalizado que antes y en algunos casos se hace evidente que existe una presión por vender. ¿Ves esa insurrección que men- cionas en ciertos autores o editoriales? —Lo veo en muchas editoriales, sobre todo indepen- dientes. La facilidad con que hoy se pueden imprimir libros ha cambiado las reglas, y me parece más interesante la idea de escribir sin un mayor rédito comercial. Es dramático, porque la gente debería vivir de lo que hace, pero por otro lado eso también te permite una libertad bastante amplia en relación a las pautas del mercado editorial. —Fuiste parte del periodo de efervescencia cultu- ral que se vivió durante la dictadura y perteneciste al CADA, el Colectivo de Acciones de Arte, uno de los gru- pos que en esa época se preocuparon de cuestionar la relación entre arte y política, arte y sociedad. ¿Crees que hoy estén pasando cosas interesantes o importantes en el medio cultural chileno? 24

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