Palabra Pública N°14 2019 - Universidad de Chile

el encuestado deba calificar su satisfac- ción con la vida, otras cuestiones — como su pensión de pobreza o la cola en el consultorio— deban ser tratadas como secundarias. Quizás algo de esto se manifiesta en el hecho de que “infe- liz” no es el antónimo de “feliz”. Toda esta dimensión queda radicalmente excluida cuando la pregunta es por la vida de los demás. Es evidente que no se trata de la misma pregunta. En nuestro caso hay una dimen- sión adicional, que contribuye a ex- plicar que la asimetría que estamos comentando sea especialmente ob- servada en nuestro tiempo. Se trata de una época que se caracteriza por dos ideas. La primera es una deses- peranza aprendida: hoy los chilenos han asumido que no sirve mirar a la política como una actividad donde reside la esperanza de una vida distin- ta. Que existe un sistema educacional que para muchos no abre, sino cierra posibilidades; que hay un sistema de pensiones que significa pobreza para los pensionados, pero utilidades enor- mes para las AFP; sin olvidar que las largas colas y listas de espera en la sa- lud pública y las alzas de planes por las que las Isapre han sido condenas más de un millón de veces durante una década no son cuestiones que puedan ser enfrentadas políticamente. Estas dimensiones de la vida social no son vistas como abusos o injusticias que pueden ser encaradas mediante la acción colectiva, sino que son enten- didas como parte del mundo natural. Ahora bien, si son parte del mun- do natural, frente a ellas la actitud vir- tuosa no es resistencia ni rebelión, sino resiliencia (una palabra que no estaba en el diccionario antes de 2014: nótese la sumatoria de coincidencias tempo- rales). Porque la resiliencia, como ha advertido perceptivamente el sociólo- go alemán Wolfgang Streeck, “no es resistencia sino ajuste adaptativo, más o menos voluntario. Mientras más re- siliencia logren desarrollar los indivi- duos en el micronivel de la vida diaria, menos demanda habrá por acción co- lectiva en el macronivel para contener las incertezas producidas por las fuer- zas del mercado”. La observación de Streeck implica también su recíproca: mientras menos fe haya en la acción colectiva en el macronivel, más presión habrá por resiliencia en el micronivel. Vistas así las cosas, cuando al en- cuestado le preguntan, por ejemplo, cuán satisfecho está con su vida, el sen- tido que tiene la pregunta es si es un individuo resiliente, capaz de adaptar- se a las circunstancias adversas con las que se encuentra o es, por otro lado, un perdedor que se queja. Para poner- lo en un lenguaje que hoy resulta fácil de entender, es evidente que al respon- der esa pregunta tiene un conflicto de interés. Pero cuando la pregunta es por cuán satisfechos están “los demás” con su vida, ese conflicto de interés desapa- rece y puede dar la respuesta que es a su juicio verdadera. Entonces, el sentido de la asimetría aquí comentada es exactamente el con- trario del que le atribuyen los comenta- ristas habituales. No hay nada raro en que en estas materias las cosas sean al revés de lo que una impresión super- ficial indica. Aunque hay muchos pro- blemas con el viejo sentido marxista de “ideología”, algo de verdad queda en la noción de que la realidad aparece a ve- ces invertida; de que las personas y sus relaciones nos aparecen colocados boca abajo, como en una cámara oscura. FERNANDO ATRIA Abogado, político (PS), profesor de la Universidad de Chile y PhD de la Universidad de Edimburgo. Es autor y coautor de varios libros, entre ellos, La Constitución tramposa (2013), El otro modelo: del orden neoliberal al régimen de lo público (2013), La forma del derecho (2016) y Democracia y neutralización: origen, desarrollo y solución de la crisis constitucional (2017). 13

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