Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

se oponen a dejar de piropear y se sienten desorien- tados porque “ahora no se les va a poder decir nada”. “Depende”, les han contestado ellas. Sin embargo, se aferran a la idea de que se ha ido demasiado le- jos. Reconocemos que todos los movimientos que pretenden realizar transformaciones tienen un efecto pendular y es por ello que a veces van dema- siado rápido, y que quienes quieran comprenderlo deberán ir en paralelo intentando conocerlo, aun a pesar del caos que éste pueda llevar. Llama la atención la resistencia de los adultos va- rones, que desde el principio nos llenaron de co- lumnas de opinión cuyos contenidos fueron mo- rigerando, pero siempre tratando de explicar el movimiento, pasando por alto la voz de las prota- gonistas. Intérpretes de la ola feminista. Una resistencia que corresponde a los dos mil años de patriarcado y que afecta también a mujeres que no saben qué hacer de sus vidas si no son validadas por uno o varios hombres. Así hemos sido educa- das desde nuestra sexualidad hasta nuestro campo laboral, a ser valoradas y despertadas por el beso del príncipe encantado. Por eso ellas también se resis- ten, tienen miedo. Por otra parte, si sólo un 42% de las mujeres en Chile trabajan fuera del hogar, hay quizás un 52% que vive bajo las condiciones impuestas por el patriarcado en el mundo privado, el mundo del trabajo doméstico, y si no fuera porque se ven expuestas a la violencia machista sobre ellas o sus amigas, probablemente se quedarían huérfanas en un mundo nuevo donde tuvieran la posibilidad de decidir qué hacer con sus vidas si no logramos antes traspasar hacia ellas la significancia de una sociedad feminista. Sí, vamos hacia una sociedad feminista porque pa- rece ser la única promesa que nos está dando espe- ranza; bajo el paraguas del feminismo caben todas las luchas sociales. Las feministas hemos estado en todas ellas y en las que vendrán porque el feminis- mo es dinámico como lo son los derechos humanos, como lo son las personas. Es por eso que hoy todos los partidos políticos se están declarando feministas. Algunos lo vieron venir y propusieron el primer go- bierno feminista sin que sus integrantes supieran de qué se trataba un gobierno feminista, qué implicaba un gobierno feminista. Pero, ¡oh!, también se declara feminista el partido de ultraderecha y ahí contemplamos la capacidad de cooptación de las elites para así desdibujar este mo- vimiento que surge con fuerza. Un partido ultracon- servador no puede ser feminista. El feminismo tiene muchas manifestaciones, pero por sobre todo tiene un respeto irrestricto por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus vidas, sobre todos y cada uno de los aspectos de sus vidas, y bien sabemos que el conser- vadurismo se propone como pivote de su quehacer encerrarnos en cuadrados donde nadie se salga de las (sus) normas, de lo que el conservadurismo estima como normal. Curiosamente, ese conservadurismo que se quie- re autodenominar feminista considera normal la aporofobia, la xenofobia, la misoginia, la codicia por obtención de riqueza, la desigualdad, la depre- dación medioambiental, la privatización de playas, lagos, bosques, el no respeto a la tierra de los pue- blos originarios. No, no, el feminismo no es con- servador. El feminismo aboga por la justicia social en todo ámbito. El feminismo no es conservador. P.68 P.P. / Nº10 2018 / Dossier

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