Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

proceso, el Presidente Sebastián Piñera anuncia una “Agenda Mujer” en la que toma básicamente tres te- mas: sala cuna universal en las empresas para mujeres y hombres (sólo los que están a cargo de sus hijxs), transformación de la sociedad conyugal que tiene al hombre como administrador de los bienes al interior del matrimonio, y un cambio en las Isapres, sistema privado de salud al cual sólo pertenece el 20% de la población. Esto no considera en absoluto la principal petición de las estudiantes: educación no sexista. El Presidente hace caso omiso y sigue a medias tintas con las tres demandas que desde hace años son re- clamadas por el movimiento feminista y de mujeres. Esta “Agenda Mujer” intenta hablarles a jóvenes que cada día contraen menos matrimonio, que están atra- sando o no queriendo tener hijxs y para quienes las Isapres hoy no son una preocupación, sobre todo por- que quieren igualdad y no discriminación para todxs. Entonces, las tomas continúan y los paros se hacen más numerosos. No hay comprensión acerca de lo que está ocurriendo, no se ha entendido el eslogan “nos han quitado todo, hasta el miedo”. Estas jóve- nes no entraron en el silencio de una derrota, están activas, uniéndose a otras mujeres jóvenes de otros espacios como las que pertenecen a barras de conno- tados equipos de futbol, a otras no tan jóvenes como las académicas, a sus compañeros que se han queda- do con las demandas del feminismo de exigir que los protocolos avancen, protocolos que no son para una elite, sino para todxs, como lo demostró el petitorio de la Universidad Católica que llegó a acuerdo en tres puntos claves que no tienen relación directa con las estudiantes: contrato para funcionarixs, utilización del nombre social de les estudiantes trans y alejamien- to de un académico declarado culpable de violencia conyugal hacia una funcionaria de la universidad. En todos los petitorios se exigen protocolos claros y expeditos para enfrentar el abuso de poder y el acoso sexual. Increíblemente, en Chile no existe una ley que penalice el acoso sexual, aunque hay un proyecto de acoso callejero que lleva cinco años durmiendo en el Parlamento. Siempre que se trata de proyectos de ley que previenen delitos hacia las mujeres, lxs parlamen- tarixs aplazan el trabajo. Como mujeres, somos impe- recederamente sospechosas de darle un mal uso a las le- yes para perjudicar a otrxs. Un ejemplo reciente de ello ha sido parte del debate acerca de la causal de violación en la ley de despenalización del aborto en tres causales. Otra de las cosas que ha quedado palpitando y que ha develado la ola feminista es la resistencia de hom- bres y también de algunas mujeres al movimiento y a algunas de sus demandas. Se trata de conserva- dores que no entienden las performances donde las estudiantes se expresan a través de sus cuerpos, la desnudez de sus cuerpos, la sangre menstrual. No lo van a comprender. ¿Por qué? Porque no, senci- llamente, porque no hay capacidad para ello. Están quienes, autodenominándose intelectuales, han nin- guneado al movimiento alegando que las estudian- tes no representan a todas las mujeres porque son una elite, desconociendo con estos decires la historia de los movimientos de transformación social. Como esbocé anteriormente, parte de los acuerdos que consiguió la toma de la Casa Central de la Uni- versidad Católica fue la consideración de trabajadores haitianxs que la universidad tenía externalizadxs y a quienes se les engañaba por no saber hablar chile- no. Es decir, estas mujeres fueron conscientes de su posibilidad de expresar sus demandas, pero también las de otras. Centrada esta resistencia también en la propuesta para una nueva malla curricular, muchxs académicxs lo encuentran risible “porque tendré que sacar a Platón”. Parece mal intencionado, la verdad, porque ellas no han pedido eso sino que aspiran a que también se impartan conocimientos de pensadoras, creadoras, científicas, humanistas y más mujeres. Otra resistencia, ¡oh!, quieren cambiar la lengua de Cervantes, pecado mortal, como si alguien aún escribiera o hablara como Cervantes o Sor Juana Inés de la Cruz. Una profesora argumentaba que los cambios en la lengua antes no habían sido ideo- lógicos. ¿Cuál es el problema con que una lengua dinámica cambie a través de la ideología, en especial si busca incluir a todas las personas cambiando ese único y universal “todos” por “todes”? Ese “todos” que nos nombra a todas desde el hombre. En un desalentador estado de ánimo, algunos hom- bres jóvenes (y varios mayores, tal vez demasiados) “Pero, ¡oh!, también se declara feminista el partido de ultraderecha y ahí contemplamos la capacidad de cooptación de las elites para así desdibujar este movimiento que surge con fuerza. Un partido ultraconservador no puede ser feminista”. P.67 Dossier / Nº10 2018 / P.P.

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