Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

mujeres aún son objeto de discriminación y man- tienen estas experiencias en silencio. La mayor parte de las políticas islandesas se declara abiertamente feminista y el término no carga el mismo estigma que en otras partes del mundo. Muchos hombres también se proclaman feministas y entienden que la igualdad de género beneficia a todos los actores de la sociedad. En los espacios más íntimos es posible ver cómo hombres y mujeres comparten roles. La corresponsa- bilidad parental en los hogares islandeses es uno de los aspectos más impresionantes a ojos extranjeros. Hace unas semanas, mi mamá me vino a ver en su primer viaje a Europa y al visitar a varios amigos en sus casas, uno de los aspectos que más llamó su atención fue ver cómo se dividen las tareas domésticas. Los roles este- reotípicamente atribuidos a cada género no forman parte de la constitución familiar islandesa. Los hom- bres cocinan, lavan loza y ropa y planchan, levantan, visten, alimentan y bañan a sus hijos y las mujeres también. Esa es la realidad de las familias nucleares. Los padres separados con hijos en común comparten la custodia; la mayoría de los padres y madres viven con sus hijos una semana cada uno. Mi colega, madre de dos hijos, me dice que la decisión de tener a los hijos una semana cada uno no fue cuestionada por ninguno de los dos y que más bien fue el camino más natural que podría haber tomado el asunto, ya que los hijos son igualmente de cada uno. Se trata del derecho de cada persona de poder de- cidir. El debate sobre el término de un embarazo no deseado no tiene lugar hace décadas en Islandia. Los abortos se realizan en el Hospital Nacional Uni- versitario, en una sala especialmente diseñada para que las mujeres o parejas tengan la posibilidad de tener un cierre. Posterior al procedimiento quirúr- gico, se les entrega una tarjeta con la fecha y hora en que fue realizado, el peso del feto y una marca con tinta de sus pies. Si quieren, pueden conversar con un sacerdote y realizar una ceremonia de des- pedida. El proceso se establece entendiendo que es un luto, a pesar de ser una decisión personal. Agnes Sigurðardóttir, la Obispa de Islandia, mencionó en una entrevista a CBS que la Iglesia Luterana no ha hecho ninguna moción a favor o en contra del abor- to y que sólo podría haber una pequeña e invisible parte de la población que se opone abiertamente a éste. Aún más, la líder religiosa indica que una de las decisiones más difíciles para una persona es abortar y que esto debería realizarse sin culpa. Mientras, en Chile, la elite católica es la mayor influencia y obstá- culo para avanzar respecto a derechos reproductivos, negando el acceso a la educación sexual, a métodos anticonceptivos y erradicando el debate por la des- criminalización del aborto. De las percepciones que recopilé sobre igualdad de género y feminismo, los conceptos que más surgie- ron desde las mujeres islandesas se relacionaron con “justicia”. Los islandeses creen que no importa tu identidad de género, debes ser valorado por quien eres, por tus capacidades en tu familia directa y extendida, en tu lugar de trabajo, con tus amigos. Mis amigas islandesas dicen que crecer en Islandia las hizo ser mujeres fuertes, ser mejores madres para sus hijos y que así es más fácil, viven con menos presión. Lo mismo me dicen mis amigos: cada par- te lleva una carga menor en los hombros cuando el peso se divide equitativamente. Sueño con un día en que las abuelas chilenas les pidan a los nietos que laven la loza, en que las niñas lideren concursos de matemática e ingeniería, en que una mujer pueda ser la directora técnica de la selección nacional, en que no existan fanáticos religiosos que culpen a una mujer por decidir que no es el mejor momento de su vida para ser madre o que se estigmatice a quienes lo sean, en que se divida la custodia con el progeni- tor. Pero principalmente, sueño con un Chile en que pueda caminar sola en la oscuridad, yendo a mi casa sin temer por mi vida, en que mi sobrina y mis pri- mas no tengan miedo a ser acosadas, violentadas o violadas en espacios públicos o privados y que la so- ciedad no lo normalice. Quizá un día, los chilenos y chilenas entiendan que se puede lograr una sociedad que garantice dignidad para toda su población. “Los roles estereotípicamente atribuidos a cada género no forman parte de la constitución familiar islandesa. Los hombres cocinan, lavan loza y ropa y planchan, levantan, visten, alimentan y bañan a sus hijos y las mujeres también. Esa es la realidad de las familias nucleares. Los padres separados con hijos en común comparten la custodia; la mayoría de los padres y madres viven con sus hijos una semana cada uno”. P.64 P.P. / Nº10 2018 / Dossier

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