Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

Chile, que acompañó la entrega del petitorio unifi- cado de las estudiantes feministas de la institución al Rector Ennio Vivaldi, buscaba visibilizar preci- samente esto: en un ámbito más en que el género no implica ninguna diferencia, las mujeres no son consideradas a pesar de que su incursión en la músi- ca es casi tan antigua como el nacimiento de la Re- pública. Esta tuvo lugar a inicios del siglo XIX con los primeros “colejios de señoritas” establecidos en la década de 1820 y un impulso significativo bajo la fi- gura de la compositora e intérprete madrileña Isido- ra Zegers, perteneciente a las cúpulas aristocráticas del Chile decimonónico. Sin embargo, su desarrollo a lo largo de la historia ha sido complejo: los roles de género, la falta de oportunidades en puestos de poder y la invisibilidad de su trabajo por la historia, los medios y la academia son las principales barreras a la hora de ser música profesional en Chile. Invisibilizadas por la historia La importancia de Isidora Zegers en la historia na- cional de la música es indiscutible: participó en la fundación del primer Conservatorio Nacional de Música, del cual surgió la Academia Superior de Música en 1852, y contribuyó al establecimiento de la ópera en Chile gracias a la difusión que realizó del arte lírico italiano, del cual era admiradora. Sin em- bargo, no fue la única mujer destacada en el ámbito musical durante el periodo. Pese a que durante la primera mitad del siglo XIX la composición estuvo dominada principalmente por hombres, el académico y musicólogo Luis Merino destaca en Los inicios de la circulación pública de la creación musical escrita por mujeres en Chile que si bien la figura de Zegers ha sido imponente, no ha sido la única, pues entre 1856 y 1869 hubo 39 obras musicales publicadas por mujeres, que el autor atribuye a la educación sistemática de aquellas per- tenecientes a las cúpulas aristocráticas, el desarrollo de la edición impresa y la distribución pública de la música en Chile. El licenciado en Filosofía de la Universidad de Chile y magíster en Estudios de Género, Leonardo Arce, sostiene en Compositoras en Chile: una historia recor- tada que parte de la invisibilidad de las composito- ras durante el siglo XIX tiene relación con el abor- daje realizado por historiadores, quienes presentan a las músicas y compositoras como “alumnas de”, “mujeres de” e “hijas de”, “invisibilizando la histo- ria propia y relegándola meramente a su genealo- gía biológica, eludiendo de esta forma dar cuenta de autonomía creativa o productiva más allá de los lineamientos que el parentesco permite atisbar”, se- ñala Arce. Un estudio realizado en enero de este año por Bach- track, sitio web dedicado a la música clásica, arrojó que de los cien compositores más tocados del mun- do sólo tres son mujeres. Al respecto, la compositora y jefa de Extensión del Instituto de Música de la Universidad Católica de Valparaíso, Valeria Valle (39), asegura que dentro de la composición “siempre tildan que la mujer compone como cositas simples, más sentimental, que la mujer no es para componer, es para investigar y hacer clases”. Valle explica que en la docencia las mujeres com- positoras están sometidas a una serie de cuestiona- mientos que se traducen en, por ejemplo, la obli- gatoriedad de dar exámenes de conocimientos que sus colegas hombres no tienen que rendir. “A mis colegas no los evalúan o los clasifican para hacer la clase. A mí me ha tocado llorar, porque te da rabia, porque a mí me evalúan y ¿por qué al resto no? ¿Por qué a mí me ponen tantas condicionantes y al resto no?”, se pregunta. La ausencia de profesoras en la enseñanza univer- sitaria es otro de los principales problemas: en la actualidad no existe ninguna mujer que imparta cátedras de composición o de análisis orquestal de música contemporánea. “Yo hice una postulación a la Universidad Católica de Chile el año pasado alu- diendo que era necesaria una presencia femenina en un ámbito en el que hay que hacer una equidad de Alejandra Urrutia, la única directora de orquesta profesional en Chile, asegura no haber vivido episodios explícitos de discriminación, pero ha sentido diferencias. “Yo era firme y decidida como directora y había cosas que no se hacían”, relata. También recuerda un encuentro de directoras mujeres en Sao Paulo en el que la trataron de “mijita” y no lo podía creer. “Yo no soy ‘mijita’, soy la directora de la orquesta”, pensó en ese momento. P.59 Dossier / Nº10 2018 / P.P.

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