Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

que requieren de un trabajo que siendo necesario para la sociedad, es invisible o menospreciado por el mercado y que por lo tanto se hace a costa de la energía, desgaste emocional y tiempo de las mujeres. Esta diferenciación se expresa y reproduce en la educación formal, pues al estar organizada bajo la lógica del mercado, las carreras “feminizadas” cuentan con menos recursos que las “masculi- nizadas”. Las carreras feminizadas, a la vez, aspiran a un campo laboral más acotado, inestable y con menor remuneración. Entonces, la reproducción de desigualdad de género es inherente a un sistema de mercado que se guía resguardando las ganancias económicas a costa de los derechos sociales y las labores asignadas a las mujeres. Es por ello que para construir una educación no sexista se requiere pensar en una educación que supere las lógicas e intereses del mercado y sea orientada democráticamente por la sociedad, es decir, con más educación pública. Cabe reconocer que la discriminación a mujeres y disidencias y la reproducción de roles de géne- ro no se generan sólo en la educación privada. En un sistema educativo mayoritariamente privado y hegemónicamente competitivo, todas las instituciones educacionales en Chile -incluidas las estatales- están obligadas a autofinanciarse y a competir por captar estudiantes, respondiendo finalmente a las reglas que pone el mercado. Es por ello que sólo una ampliación y fortalecimien- to de la educación pública que pueda superar los límites del mercado permitiría repensarla de manera de terminar con su sexismo. Repensarla es un desafío irrenunciable para fortalecerla, ya que las instituciones públicas hoy carecen de una democracia que permita llamarles como tal. La educación pública, para ser no sexista, debe poner en el centro su democratización, de manera que la acumulación de poder en su interior no sea posible, menos el abuso de éste. Primero con una estructura de relaciones democrática, que involucre a su comunidad y a la sociedad en la toma de decisiones y en su desarrollo, así como estructuras transparentes. Segundo, poner en el centro el interés de construir una sociedad más libre e igualitaria, por sobre el interés de contro- ladores o accionistas. Para ello son necesarias lógicas públicas de financiamiento que permitan liberar al sistema educativo de las condicionantes del mercado. La posibilidad de construir un sistema de educación no sexista que han abierto las movilizaciones feministas se juega entonces en superar los límites del mercado, fortaleciendo y repensando la educación pública, cosa que no hizo la reforma educacional. El desafío actual, entonces, es reabrir la reforma y saldar esa deuda con la sociedad. “La posibilidad de construir un sistema de educación no sexista que han abierto las movilizaciones feministas se juega entonces en superar los límites del mercado, fortaleciendo y repensando la educación pública, cosa que no hizo la reforma educacional”. P.57 Dossier / Nº10 2018 / P.P.

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