Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

“Me parece muy positivo que una cloaca que tenía la sociedad dijo, ‘no soy cloaca, soy una vertiente súper interesante que requiero ser escuchada y tengo mi lugar’”. -Claro, entonces ahí hay una actitud política al respecto de “yo no me voy a operar”. Pero funciono como una mujer, soy una mujer. En el espacio de la creación, a mí, como director y actor, siempre me ha interesado más el lugar femenino o más ambiguo de la sexualidad que una sexualidad terminada. Yo creo que para el arte cualquier encasillamiento que exista es una trampa mortal. Entonces creo haber sido capaz de haber amado o haberme visto repre- sentado en el cuerpo de Amparo Noguera, de Clau- dia Di Girólamo, de Paulina Urrutia o de cualquier actriz o actor, sin necesariamente ser trans. Por estar a ese lado yo amorosamente puedo comprender y apreciar ese lugar femenino más profundo. Puedo dirigir y pensar como ellas. Yo soy, yo dirijo desde la escena porque soy actor, no tengo otro lugar para dirigir que no sea desde dentro de la escena. Es in- teresante ese lugar de la dirección. En esta llamada tercera ola feminista suelen des- tacar iniciativas que hablan de las mujeres más “bacanas”, de las más exitosas, las astrónomas, las líderes políticas, las gerentas de empresas. ¿Qué pasa con la gente que no es exitosa, que se retracta, que falla, que queda marginada? ¿Qué hay de eso en la obra? -Creo que mucho. Estamos en una zona muy delicada porque aparentemente estamos en un país muy liberal, un país que acepta todo tipo de torsiones, cambios, modificaciones, de género… y yo creo que no es así, francamente no es así. Porque lo que hemos visto en la obra, quienes han aparecido, son las trans más vulnerables. Y ha sido muy emocionante ver eso. Tal vez la Niki (Raveau) es la más armada políticamente, social- mente. Está mejor situada. Pero ha aparecido un mundo de chicas que son historiadoras, sociólo- gas, abogadas, profesionales, otras ex prostitutas. Y tú te das cuenta de que tú también conoces un pedazo. Lo trans se ha movido en Chile más bien en el mundo vulnerable. Y lo interesante es que la historia es larga. Es como que de repente descubrimos que había un mundo trans y tú dices, perdón: la Carlina el año ‘30, ’40, hasta los ‘60, era una casa de putas llena de travestis. El Blue Ballet: yo me acuerdo que mis padres, que hoy ten- drían ciento y tantos años, iban a ver el Blue Ballet porque todo el mundo iba y no te llevaban preso ni te castigaban. Era parte del imaginario social y no ha- bía, que yo recuerde, odiosidad de género, incluso había admiración. Después el Bim Bam Bum. Esta historia es larga, y en la his- toria de la humanidad es más larga todavía. Que ahora esté sucediendo me parece muy positivo que una cloaca que tenía la sociedad dijo, “no soy cloaca, soy una vertiente súper interesante que re- quiero ser escuchada y tengo mi lugar”. Sí, pero Daniela Vega todavía es maltratada por ciertos sectores. -Sí, José Antonio Kast la trató muy violenta- mente. Creo que hay más resistencia en los círculos de poder. El país está dividido radicalmente entre quienes tienen poder –gente ligada a la política y al dinero- y después estamos los ciudadanos, que no tenemos poder alguno. Y donde surge la violencia es en el poder. En lo médico, lo psiquiátrico, lo po- lítico, la burguesía, la clase acomodada. Ahí está la mala leche. Es interesante porque se arma un lugar político muy especial donde se te dice “aquí no hay ninguna seguridad de nada. Mi cuerpo no es segu- ridad para nadie”. Entrar a ese lugar de verdad es como actuar. Cuando yo estoy sentado en escena digo “o yo voy con esto o no voy”. Y mi opción ha sido ir con esto hasta las últimas circunstancias. P.39 Nº10 2018 / P.P.

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