Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

“La visión imperante es desmovilizadora, olvida las cosas que nos unen y las sustituye por una visión de las ganancias y de las personas como si no valieran”. un producto de este movimiento, no lo conduce. La derecha tuvo que emprender un trabajo ideo- lógico sumamente duro y creativo durante treinta años para estar donde está ahora. Piñera aquí, Ma- cri en Argentina, el actual alcalde ultrarreligioso y ultraconservador de Río de Janeiro, en fin. Quiero que pensemos cómo lo lograron y los movimien- tos que hay detrás. Porque no es sólo neoliberalis- mo. Dentro también hay neoconservadores que se preocupan por la comunidad y no son tanto una fuerza desocializadora como sí una que saca fue- ra el miedo a la desocialización. Quieren restaurar esas comunidades imaginadas que alguna vez fue- ron, cuando éramos “respetados”, cuando éramos ese “Chile verdadero”, sin los peruanos y haitianos que ahora están cambiando esta nación. Es algo su- mamente peligroso. La derecha está construyendo una historia imaginada que requiere trabajo cultu- ral e ideológico duro, no sólo económico, requiere que tú temas del futuro y que gires hacia un pasado imaginario, requiere un cristianismo de la prospe- ridad, un cristianismo evangélico que imagina un futuro en el cual mandan “hombres fuertes”. Todo esto está suturado de manera muy creativa. Hoy el conservadurismo apela a las personas con la idea de “tomar de nuevo el control” sobre sus vidas, invocando, como señalas, un pasado ima- ginado, pero también una situación de pérdida de soberanía. En educación es el control de los padres sobre la educación de sus hijos; en política el del ciudadano-individuo sobre “los políticos”. ¿Cómo tener en cuenta estas operaciones a la hora de “reprogramar” el sentido común en un sentido progresista? -Aquí es donde la experiencia de Porto Alegre con el presupuesto participativo de las escuelas de la ciudad y un Estado que respeta la voz de los más oprimidos es muy importante. Las personas tienen miedo de perder sus trabajos, miedo al futuro in- cierto de sus hijos, a la pérdida del sentido de co- munidad. La derecha dice: ¡nosotros vamos a des- centralizar! Ese es un elemento de buen sentido. No ¿PUEDE LA EDUCACIÓN CAMBIAR LA SOCIEDAD? Michael W. Apple Traducido por María Cristina Valderrama LOM 280 páginas P.35 Nº10 2018 / P.P.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=