Palabra Pública - N°10 2018 - Universidad de Chile

los niños. Es un modo histórico de funcionar” que aún pese a tragedias como la de Joane Florvil, no logramos comprender. Un modo de vida y de ser, afirma Tijoux, quien asegura que no tenemos idea de lo que es Haití. Desde la Declaración Universal de Derechos Huma- nos se han acordado un conjunto de tratados para crear normas específicas sobre los derechos de las mu- jeres, tortura, trabajos para los migrantes y derechos de niños y niñas. Liliana Galdámez, investigadora del Centro de Dere- chos Humanos de la Universidad de Chile y dedicada a las temáticas de racismo y migración, sostiene que hay principios que son transversales, como la protección del derecho a la familia. -La familia es un espacio de protección, de refugio, de contención. Como un núcleo fundamental en la socie- dad- asegura. Según Matías Marchant, en Chile, durante estos úl- timos años, cada vez se hace más evidente que los niños han sido desplazados de las políticas públicas. El maltrato no sólo viene de las familias sino también de parte del Estado. Además, explica Marchant, se han planteado distintos proyectos en torno a la infancia. Uno sobre la adopción, otro sobre la defensoría y la separación del Sename en dos: el Servicio de Protección de la Infancia y Adoles- cencia y el Servicio de Responsabilidad Adolescente. -En términos generales, no hay legislaciones que pro- tejan los derechos de las niñas y niños migrantes y en consecuencia, como el Comité de los Derechos del Niño ha reiterado en muchas ocasiones, probable- mente ellos sean las personas que estén en situación de vulnerabilidad más importante- asegura Dimas Santibáñez, académico del Departamento de Antro- pología de la Universidad de Chile y coordinador del área de políticas públicas. Santibáñez explica que debido al aumento e impor- tancia de la migración en Chile, es necesario prime- ro reconocer la condición de sujetos de los niños y niñas para su identidad como persona, es decir, en el caso del Estado, resguardar sus derechos y que no sean separados de su familias, y segundo, proteger sus garantías sociales y culturales, tales como acceso a la educación y a la salud. -A este grupo de personas la Corte Iberoamerica- na los denomina como una población doblemente vulnerable. Precisamente, porque son niños y mi- grantes. Imagínese si además su origen es afro o no hablan la lengua. Todos esos elementos exponen y aumentan esa vulnerabilidad- explica Galdámez. Luz, que ya está por cumplir los nueve meses de edad, padece una dermatitis atópica. Su piel, que destaca entre su ropa blanca y rosada, está mucho más sana que desde hace cuatro meses, cuando llegó al Hogar Misión de María, gracias a la ayuda particular de una médico de la Clínica Alemana, que la abasteció con las costosas cremas y medicamentos necesarios para su tratamiento. Su cuidadora, por el momento, tiene un único deseo: que Luz conozca a su madre, que en un futuro sepa de su origen y tenga un libro de vida. Mientras tanto, la observa todos días. Luz sonríe, grita y baila. Según María Emilia Tijoux, las mujeres migrantes son muy cuestionadas porque se dice que “ellas no saben criar, amamantar. No saben educar, dejan solos a sus hijos, son violentas con ellos. Dicen una cantidad de cosas que son cosas que ocurren en la sociedad chilena todos los días”. P.23 Nº10 2018 / P.P.

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