Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile

medios se definen desde lo social y/o lo masivo, surge una responsabilidad que va más allá del sujeto profesional de la comunicación y que involucra a cualquier organización que participe del sistema de medios. La autorre- gulación como mecanismo cívico -en especial los modelos de defensoría de la audiencia- es una posibilidad para restablecer un vínculo que en tanto acuerdo con la sociedad civil reconoce a la audiencia como agente activo, complejo y diverso, que incide en la producción medial. Asimismo, la construcción del modo de hacer profesional de los medios masivos tiene que ver con un ideario centrado en los principios de los de- rechos humanos. Esto no sólo responde al cumplimiento de la libertad de expresión, sino que también asume una posición garantista con aquellos que son representados en los medios. Se trata de afianzar un enfoque de derechos que esté presente en cada uno de los procesos de decisión edi- torial, desde la tematización y la construcción de los relatos, pasando por su exhibición o circulación, hasta la precaución de su incidencia en los múltiples públicos. Esta exigencia debe estar presente en la formación del sujeto especialista, pero además en los diversos mecanismos de la política pública en la materia. Si bien actualmente el Consejo Nacional de Televisión tiene la potestad de controlar y sancionar aquellas situaciones de vulneración que ocurren en el medio que aún se erige como el más consumido por la ciudadanía chilena, lo cierto es que los criterios básicos de no discriminación arbitraria deben desplegarse en todo el espectro mediático y deben incluir, entre otros, una actualización de la ley de prensa y la regulación de Internet. En el decurso de una democratización medial, la legitimación de aquellas innovaciones en los tratamientos y coberturas con características cívicas, el reconocimiento de experiencias interculturales de comunicación, la visibi- lización de iniciativas comunicacionales comunitarias, territoriales y regio- nales de mayor pertinencia cultural deben ser parte también de un apren- dizaje sobre su viabilidad y sustentabilidad en el actual escenario medial y comercial. Por ello, el financiamiento público a este tipo de posibilidades debe entenderse como un instrumento que rentabiliza socialmente instan- cias que apelan a la cohesión social. Finalmente, la búsqueda de una reorientación de los medios hacia condi- ciones más plurales estará relacionada con una progresiva deconstrucción del privilegio blanco. Mientras la segregación siga siendo naturalizada en la vida cotidiana y los espacios de interacción de y entre la diferencia sean percibidos desde un potencial conflicto, gran parte de la producción medial seguirá enmarcada en esas propuestas de sentido. El desafío es considerar a los medios como una variable interviniente más que una causa directa del racismo en lo público; un cambio en ellos permitirá plantear una y otra vez cómo nuestra sociedad establece relatos sobre sí misma y de qué manera estos se anclan o no en nuevas formulaciones de un “nosotros”. “Si bien actualmente el Consejo Nacional de Televisión tiene la potestad de controlar y sancionar aquellas situaciones de vulneración que ocurren en el medio que aún se erige como el más consumido por la ciudadanía chilena, lo cierto es que los criterios básicos de no discriminación arbitraria deben desplegarse en todo el espectro mediático y deben incluir, entre otros, una actualización de la ley de prensa y la regulación de Internet”. P.68 P.P. / Nº9 2018 / Dossier

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