Palabra Pública - N°9 2018 - Universidad de Chile

del norte arrebatadas a Perú y Bolivia. Lo que se conoció como proceso de chilenización fue la incorporación violenta de los pueblos indígenas andinos, sobre los cuales recayó el estigma de la extranjería (fueron señalados por décadas como “indios bolivianos” por la sociedad regional, por la policía y por los militares). Algo similar, aunque menos conocido, fue lo que ocurrió con los afro- descendientes de lo que hoy es la región de Arica y Parinacota, pues a los hoy autodenominados afrochilenos se los ha negado durante toda la Re- pública, desde que la “historia patria” anunció su desaparición, pasando por la Guerra del Pacífico, cuando fueron señalados como extranjeros y hasta expulsados al Perú por ello, hasta el momento ac- tual en que su posibilidad de existencia ni siquiera es admitida en los censos de población. A grandes rasgos este ha sido el tono de la relación que el Estado chileno (y la sociedad chilena) ha establecido con los pueblos sobre los cuales avan- zó para ampliar su territorio. El multiculturalismo que comenzó a construirse tras el fin de la dic- tadura de Pinochet ha señalado tímidamente esa injusticia en el caso indígena, sin embargo, no se ha atrevido a nombrarla como racismo y tampoco ha reconocido la condición de pueblos de estos colectivos (la ley indígena habla de etnias y en la constitución política sólo existen los chilenos). El multiculturalismo muestra aquí uno de sus principales límites, pues está impedido de recono- cer el racismo como un fenómeno estructural (a lo más como actos individuales), porque eso equivale a cuestionar el modelo económico y sus orígenes históricos. Más allá de las políticas de acción afir- mativa, cuya importancia no se puede negar, la principal función del multiculturalismo ha sido proveer de una narrativa cultural a un modelo de mal desarrollo, como señala la socióloga argenti- na Maristella Svampa, que avanza -al igual que en toda América Latina- sobre nuevos territorios, “El debate que se desarrolla actualmente a propósito de la inmigración ganaría profundidad política si incorporamos esta dimensión temporal, porque la historia del racismo en Chile es tan antigua como la República y su trazado debe incluir necesariamente a los afrochilenos y a los pueblos indígenas”. “El racismo asoma como un dispositivo ideológico destinado a legitimar política y socialmente esta jerarquía a través de la inferiorización física, cultural y psicológica; construyendo estereotipos; deshistorizando pueblos e individuos”. P.62 P.P. / Nº9 2018 / Dossier

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